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Sin felicidad es imposible la educación

La persona que considera los buenos modales como la puesta en práctica de una serie de normas, está totalmente equivocada. Se trata de una visión simplista de lo que es la buena educación. No es un conjunto de comportamientos. No es la suma de actuaciones en determinados momentos y situaciones concretas. La buena educación no es una forma de actuar en la vida. La buena educación es una actitud ante la vida.

El ser humano que se encuentra a gusto con su vida, es una persona amable, sonriente, optimista. Todos estos adjetivos predisponen a las personas a ayudar a los demás, a estar interesados por los otros. Saben ver lo positivo de las cosas y de las personas. Esto no significa que un ser humano satisfecho de sí mismo sea un inconsciente de la realidad y un simplista. ¡Todo lo contrario! Es mucho más difícil, y cansino, mostrar una actitud positiva ante la vida que una de fracaso. Además, como escribe Charles Morris en “El Principito y la Navidad”: “estar triste es una manera deformada y simple de ver las cosas, pero en ocasiones uno no puede evitarlo”.

Cuando uno se levanta por la mañana dando gracias por un nuevo día y con la intención de luchar para conseguir las metas propuestas, esta persona ya está predispuesta a dar los buenos días a su familia y a ser amable con su entorno, y sobre todo a no perder la sonrisa. En cambio, si comenzamos la mañana lamentándonos de nosotros mismos y quejándonos de las tareas que tenemos que realizar, esta persona no se podrá relacionar con afabilidad con los demás, ya que solamente está pensando en ella misma y en su desgracia particular. Es cierto, que la persona con actitud negativa en la vida también puede preocuparse por los demás, pero solamente para comprobar si el resto está pendiente de ella y de sus quejas. Se trata de una actitud negativa y egoísta. Y esto no son buenos modales.

Félix Losada nos explica que “los buenos modales son necesarios para vivir en sociedad, para conseguir las metas que se ha propuesto y para poder disfrutar de una vida tranquila, sin recibir críticas por su forma de comportarse tanto en familia como en sociedad”. En definitiva, los buenos modales nos ayudan a relacionarnos con nuestro entorno social de la manera más adecuada, con el objetivo de conseguir ser lo mejor de nosotros mismos, finalidad del ser humano en la tierra.

Ver lo positivo de las situaciones y de las personas nos permite comportarnos en sociedad. Esto no quiere decir que las personas que tienen esta visión de la vida sean unas ingenuas y que van de tontas por la vida. El simple hecho de dar las gracias porque alguien nos ha ayudado es una manera inteligente de actuar, ya que, seguramente, vuelvan a hacernos un favor cuando se lo solicitemos. El cumplir una promesa es ser inteligente, porque esa persona volverá a confiar en nosotros. ¿Es esto ser ingenuo? Lo verdaderamente tonto es creer en alguien que nos ha “apuñalado” por la espalda. Hay que huir, como de la peste, de la gente que no se merece nuestra confianza y no perder el tiempo con ellas. El ser humano está en este mundo un determinado periodo de tiempo. Es una lástima perder ese tiempo relacionándonos con personas que no nos aportan nada positivo.

“Sea lo que sea que intentes conseguir, evita a aquellos que han elegido ser negativos o cínicos, porque ser negativo no requiere ningún esfuerzo. Y aunque está claro que tener una actitud positiva puede que no resuelva todos tus problemas, tal vez moleste a suficiente gente por el camino como para que ese esfuerzo haya merecido la pena”, afirma el ganador de dos Oscar Kevin Spacey.

Es esencial, e imprescindible, tener buenos modales con uno mismo para tenerlos con el resto. Al revés es imposible. Debemos considerarnos personas capaces, luchadoras, dignas de admiración, con afán de superación. En definitiva, querernos a nosotros mismos nos abre el camino para aceptar a los demás.

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