¡Me encantan los zapatos! Creo que esta admiración está originada por mi padre, comerciante de calzado. No lo creo. Estoy segura. Mi papa es el culpable de mi admiración por este complemento. Pero, gracias a Dios, esta adición la tengo controlada. No soy ninguna Imelda Marcos.
Recuerdo con añoranza las horas, incontables horas, que he estado rodeada de zapatos en la trastienda de la zapatería de mi padre. PyP de Irún (Guipúzcoa). Cuando llegaban los nuevos pedidos era como si me hubiera tocado la lotería. Todos esos modelos iban a ser míos durante unos minutos. Podía disfrutar de ellos escondida en los estrechos pasillos, cuyas paredes, hechas de estanterías de dos metros de altura repletas de cajas, eran mi escondite y mi pasarela particular.
Salones, sandalias, mocasines, botas, botines, me daba igual. Aunque eso sí, ¡cuántos más centímetros mejor! Y me siguen llamando la atención los zapatos de tacón. Creo que tienen algo especial, ya que hacen sentirse a la mujer que los lleva mágica y muy femenina.
Considero que los zapatos son el complemento más importante del vestuario, junto al bolso. Debemos tomarnos el tiempo necesario para pensar y decidir el modelo que queremos conseguir para complementar determinadas prendas. Y si no lo conseguimos a la primera, ¡hay que seguir buscando! No nos podemos conformar con cualquier modelo. Debemos encontrar aquel que esté hecho para nosotras. Y si estás habituada a seleccionar, el modelo adecuado destacará entre el resto y te llamará la atención.
Esto es lo que me enseñó mi padre, Valeriano Portugal García, a amar los zapatos y a sacar la esencia de cada uno de ellos. Todo esto desde el sentido común y la responsabilidad. No hace falta tener veinte pares de zapatos nuevos por temporada. Esto no es apreciar el calzado, sino acumular un producto que no valoras y que solo lo usas para alimentar tu vanidad. Elegir el modelo adecuado con inteligencia y sentimiento. Cuidarlo y mantenerlo en las mejores condiciones posibles. Esto es apreciar un producto con calidad, no como un bien de consumo de usar y tirar.
Es increíble comprobar, con el paso del tiempo, como todo lo que vives y experimentas en el pasado vuelve a ti en el momento adecuado para enseñarte una lección: todo lo que te ocurre en la vida tiene un sentido. Steve Jobs lo denomina “conectar los puntos”, tal y como lo comentó en su famoso discurso en la Universidad de Stanford: “No puedes conectar los puntos hacia delante, sólo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tenéis que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Tienes que confiar en algo, tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea. Porque creer que los puntos se unirán te darán la confianza de confiar en tu corazón. Esta forma de actuar nunca me ha dejado tirado, y ha marcado la diferencia en mi vida”.
Esa diferencia, en mi caso, la he logrado gracias a mi padre y a PyP.