Ser Comunicación

No te escondas detrás de «error informático»

Todavía guardo mi última máquina de escribir, una automática que me regalaron mis padres durante la carrera. Anterior a esta, tuve una mecánica de cinta de tinta, la nostálgica negra y roja, que si no recuerdo mal perteneció primero a mi hermano, Valeriano, periodista como yo. Con estas joyas comencé mis pinitos periodísticos y mis entregas de carrera. Unos trabajos en los que uno mismo era el responsable de todo lo que allí se escribía y de cómo se escribía. En esta época, no podías decir “ha sido un problema informático”.

Últimamente estoy bastante harta de la cansina cancioncilla del “error informático”. Para mí y en líneas generales, se ha convertido en la excusa fácil de la persona incompetente que no tiene ningún sentido de la responsabilidad.

Cuando alguien tiene un problema surgido por la actuación de otro ser humano, este no puede sacudirse el problema alegando a la falta de profesionalidad de su programa informático. No podemos tener la cara dura de echar la culpa a un artefacto. Además, esta víctima es del todo tonta e inoperante, ya que no hace nada si su amo no se lo ordena antes. Así que, en última instancia el culpable sigue siendo la persona.

Cuando llega un pedido equivocado, cuando se pasa un recibo que no corresponde, cuando no llega un correo electrónico que estás esperando y que te han asegurado que han enviado… Son algunas de las situaciones que he vivido en las que se ha alegado al “problema informático” y sé con total seguridad que esa excusa no es cierta.

Una de las enseñanzas de mis padres, que yo les enseño a mis hijos muy a su pesar, es que somos responsables de nuestros actos, nos guste o no sus consecuencias. No podemos escabullirnos como ladrones y mucho menos echar la culpa a otro o a una máquina. La verdad es que esta última ha sido la salvación de los irresponsables, ya que estas no pueden rebatir su acusación.

Este comportamiento me recuerda al de los niños, cuando el hermano mayor le echa la culpa al menor quien todavía no habla. Sin embargo, pronto se le acaba el chollo. Este paraíso le puede durar al menos doce meses, poco más. Y menos le perdura al adulto que no cumple con sus obligaciones y responsabilidades profesionales. A este se le pilla antes, porque como dice el refrán: “Antes se coge al mentiroso que al cojo”.

Creo que una de las ausencias de la sociedad actual es la falta de responsabilidad. No asumimos las consecuencias de nuestros actos, las delegamos en otros, y el estado está convirtiéndose en el aliado perfecto. Ni se asumen las responsabilidades ni se lucha para que la solución sea venida del fruto y del esfuerzo de las personas.

El ser humano tiene y debe ser responsable de sus actos, es la única manera que vamos creciendo como personas y nos vamos formando con criterio y entereza. Sin embargo, en la sociedad actual esto no interesa. Es más interesante gobernar a borregos que acuden a la voz de su dueño, quien les ofrece lo que les conviene, según él.

¿No quieres tener a tu hijo? No te preocupes, yo te quito el problema.

¿No quieres seguir estudiando? No te preocupes, yo te ofrezco un trabajo. ¿Qué no lo quieres? No te preocupes, yo te doy un subsidio.

¿No quieres luchar por tu matrimonio? No te preocupes, yo te facilito el divorcio.

¿No quieres cuidar a tu padre? No te preocupes, yo elimino tu carga.

Tenemos que aprender desde pequeños a ser responsables, a asumir las consecuencias de nuestros actos. Solamente con este aprendizaje aprenderemos a tomar nuestras propias decisiones y a no desfallecer en el objetivo que nos hemos marcado. Los contratiempos no se eliminan, se van solucionando, porque jamás desaparecerán. Según actuemos, esas adversidades o nos llevarán al siguiente paso, o nos engullirán por completo. Y como dice el escritor Barry Farber en su libro “12 pilares de la venta”: “el espíritu humano nunca está acabado cuando es derrotado… Está acabado cuando se rinde.”

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