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Nadie se explicaba que hacía un Velázquez en una ciudad pequeña como Orihuela

Mariano Cecilia Espinosa, Secretario de la Comisión de Bienes Culturales de la Diócesis Orihuela-Alicante.

Cuando por motivos personales instalé mi residencia en Orihuela no podía imaginar que en su Catedral podría contemplar de cerca un cuadro de Velázquez. Su visión y magnitud me impresionó, tanto o más como que la obra “La tentación de Santo Tomás” se expusiera en una sala fría y oscura. ¿Cómo era posible? Varios años después mi pregunta ha obtenido respuesta gracias a Mariano Cecilia Espinosa, Secretario de la Comisión de Bienes Culturales del Obispado.

Gracias al trabajo de la Diócesis de Orihuela-Alicante, así como de la Generalitat Valenciana, “La tentación de Santo Tomás” tiene por fin un espacio digno a su categoría, la Capilla del Palacio Episcopal de Orihuela, ubicación del Museo Diocesano de Arte Sacro de la Diócesis de Orihuela-Alicante. Durante la rueda de prensa de presentación del museo a los medios de comunicación se informó que Orihuela era una de las 28 ciudades que exponían permanentemente un Velázquez. La cifra, que me llamó la atención, junto al hecho de que el Obispado es propietario de una obra de Diego Rodríguez de Silva Velázquez, ha dado como resultado esta entrevista.

Mariano, ¿Cómo llegó la Diócesis a ser propietaria del Velázquez?

Es una donación que realizó el confesor del rey Felipe IV, Fray Tomás de Rocamora, a los dominicos de Orihuela, que estaban establecidos en el convento de Santo Domingo, que después sería la Universidad de Orihuela. Es un regalo en agradecimiento a una serie de pleitos que tuvieron entre ellos, entre los dominicos y el cabildo. El confesor del rey le pidió al pintor de cámara de Felipe IV, que era Velázquez, que pintara un lienzo para el colegio. Entonces ya se hizo expresamente para Orihuela. Y el tema es por su relación con Santo Tomás, con los estudiantes.

Creo que fue pintado en el año 1631, así que lleva 380 años entres nosotros. ¿Cuál ha sido su camino por este mundo hasta llegar a su meta actual, el Palacio Episcopal?

En 1634 es cuando llega a Orihuela y se instala en la Sala de Grados de la Universidad de Orihuela del Colegio Santo Domingo, o sea que ya en ese momento fue un cuadro apreciado porque se puso en la sala más importante y presidiendo el lugar más emblemático de la Universidad que es la Sala de Grados. Aquí estuvo hasta la Guerra Civil. En la Guerra Civil, para evitar su destrucción por el tema de la persecución religiosa, se creó una Subjunta Delegada del Tesoro Artístico Nacional que estaba encabezada por un oriolano, Justo García Soriano, quien fue recogiendo todos los objetos artísticos de interés y los fue conservando en el Palacio del Conde de la Granja, donde creó un Museo de Guerra, que es el Museo Nacional de Orihuela dependiente del gobierno de la República. Allí estuvo el cuadro conservado perfectamente hasta la finalización de la guerra. Tras su fin, la Iglesia recuperó todos sus bienes a través de una junta que se hizo para la recuperación de objetos de arte y ya pasó al Museo Diocesano de Arte Sacro. Fue restaurado en Madrid porque presentaba algunos daños sobre todo en la parte inferior. El Museo Diocesano se creó en el año 39, aquí mismo en el Palacio Episcopal, y el lienzo fue instalado en la Capilla del Palacio, en donde está actualmente. Aproximadamente en los años 60, cuando los obispos se van a Alicante, se produce un deterioro grande del edificio por lo que las piezas artísticas se trasladan a la Catedral y, esta en concreto se coloca en la Sala Capitular, donde ha estado hasta hace poco. Después ha salido mucho a exposiciones. Estuvo restaurándose en los años 40 en el Museo del Prado. Después en la exposición antológica de Velázquez del Prado también estuvo. Allí también fue restaurado y se le hicieron las pruebas de pigmento que certificaron la autoría. También ha estado en Brasil, Roma y Londres en la National Gallery, en donde estuvo al lado de la “Venus del Espejo”. No hace mucho, con la inauguración de la ampliación del Prado que contó con la presencia del rey, también estuvo allí.

El proceso de autentificación del cuadro como obra de Velázquez, ¿cómo le ha repercutido?

En principio era un cuadro que los especialistas, como Tormo a principios del siglo XX que fue el primero que atribuyó la obra a Velázquez, vieron que era una obra buena, de gran calidad artística, pero nadie se explicaba que hacía un Velázquez en una ciudad pequeña como Orihuela. Creo que esta fue la base de que se adjudicara a otros pintores como Zurbarán, sobre todo por el tema del bodegón del banco en donde está el tintero, o Alonso Cano. Esas atribuciones hicieron que la obra no se valorara en su justa medida durante mucho tiempo. En el momento que Sánchez Portas saca la documentación de la llegada del lienzo y de la procedencia, junto a los posteriores estudios realizados en el Museo del Prado, conlleva a considerar unánimemente que el cuadro es de Velázquez y ahora nadie duda de ello. La prueba de esta nueva andadura del cuadro como obra maestra de Velázquez es su participación en las numerosas exposiciones internacionales. Cada vez que se hace una exposición con cuadros de esta categoría, sobre todo la de la National Gallery, el cuadro se revaloriza porque es estudiado por los grandes expertos de la obra de Velázquez como Carr o Braun. Actualmente nadie duda y es la obra más importante del patrimonio cultural valenciano.

¿La “Tentación de Santo Tomás” tiene la fama que se merece o todavía no ha llegado su total reconocimiento en el mundo del arte pictórico?

Sí que se conoce bastante el lienzo, pero creo que a partir de ahora se va a conocer más. Sobre todo el turismo inglés. El turismo internacional conoce más el cuadro que España. Hay mucha gente extranjera que viene a Orihuela a ver el cuadro, sobre todo inglesa.

Detrás de una obra de arte siempre hay una historia especial que recordar. ¿En este caso también existe?

Aunque es una cosa técnica, a mí me llamó mucho la atención las rectificaciones de Velázquez sobre el propio lienzo mientras lo pintaba, que con el tiempo salen a la luz. Por ejemplo, el no pintó la túnica de una manera sino de otra, y como iba rectificando sobre la marcha, como era habitual en Diego Velázquez, ahora se traslucen esas primeras intentonas del cuadro, sobre todo en el ángel y en la rectificación de la mano caída de Santo Tomás. Y sobre todo el ángel que está muy rectificado, porque primero aparecía con el pecho desnudo y ahora está totalmente tapado. Sin embargo, ahora se traslucen en la pintura la famosa veladura de Velázquez donde se ve el proceso de la pintura y el diseño de la misma.

¿Cómo podemos enfrentarnos a este cuadro para poder comprender y descubrir su auténtica belleza?

En el mismo montaje de la exposición permanente del Museo se ha intentado que desde prácticamente la entrada de la Sala del Trono, que está a 20 o 30 metros antes del cuadro, antes de la entrada de la Capilla, ya se intuyera de manera centrada el lienzo de Velázquez. Sobre todo buscando la profundidad que el propio cuadro ya en sí tiene, y que incluso de lejos se aprecia mejor por esa continuación de los espacios que hace Velázquez en su propia obra. Y también invita a llamar al visitante a su visión tan espectacular que hay desde la Sala del Trono del cuadro de Velázquez. Después el lienzo se puede observar desde diferentes perspectivas artísticas: la composición de la obra en aspa, el tema de las veladuras y el tema de la atmósfera de Velázquez creando diferentes espacios, muy similar al de “Las Meninas”. Todo esto ayuda a poder contemplarlo durante horas. La verdadera fuerza del cuadro radica en lo que representa, en la iconografía de Santo Tomás. Conociendo un poco la obra de Santo Tomás y su vida se puede conocer mejor el significado real del cuadro. Un cuadro religioso no muy común en la obra de Velázquez y, desde esta perspectiva también es interesante, no solo artística sino también teología iconográfica.

Orihuela se encuentra en la lista de ciudades que guardan un Velázquez. Hablamos de localidades como Madrid, Viena, Londres, Nueva York, Roma o París. Un Velázquez es un buen reclamo, pero ¿no se necesita algo más?

Si. Yo creo que falta una política turística importante, pero eso no depende de nosotros. Si que se está utilizando la imagen de Velázquez para promocionar el Museo ahora en el inicio, aunque hay piezas importantes, pero el Velázquez en sí es la obra más importante. No podemos compararnos con Nueva York o París, pero es una oportunidad tener una obra de estas características para dar a conocer la ciudad y la propia obra en sí que dada sus características es una obra bastante original por ser de las pocas religiosas que tiene Velázquez, a parte de la calidad artística del cuadro.

Otros museos diocesanos de arte sacro, como el de Pamplona o León, presentan un número de visitantes anual oscilan entre los 30.000 y los 45.000. En este aspecto ¿cuál es su objetivo?

La referencia que tenemos es la de la Catedral de Orihuela que siempre ha tenido esas cifras que has citado. Pero creo que ahora el Museo con el Velázquez y las nuevas condiciones que tiene es un atractivo muy importante para superar esas cifras. De hecho, a raíz del centenario de Miguel Hernández la ciudad ha aumentado considerablemente sus visitantes y creo que ese flujo se va a mantener con acciones como estas y otras que está preparando el ayuntamiento como la apertura de nuevos museos. Creo que de esto se va a beneficiar mucho el Museo de Arte Sacro y que esas cifras se van a superar seguro. Las puertas abiertas organizadas por el Museo durante el fin de semana, concretamente en día y medio, acogió a 5.000 personas. Y ahora, con el pago de las entradas establecido, se está llegando al millar a la semana. El sueño sería llegar a las cifras de la “Luz de las imágenes”, los 500.000 visitantes, pero para esto hay que trabajar muchísimo y teniendo en cuenta que la “Luz de las imágenes” era una exposición temporal, condición que llama más. Pero creo que dadas las condiciones, el lugar que es el mismo y la oferta incluso ahora es mejor, se puede lograr.

Con esta declaración de objetivo doy por finalizada la entrevista que tuvo lugar en el archivo histórico del Museo, el mejor lugar para realizar una conversación sobre historia rodeados de historia. Seguidamente, y tras bajar por unas escaleras y recorrer unos pasillos bajo la mirada de innumerables obispos llegamos a la Sala del Trono desde donde pude comprobar, por segunda vez, la grandeza de la visión de “La tentación de Santo Tomás” gracias a su situación estratégicamente estudiada, tal y como ha explicado Mariano Cecilia, un oriolano que se muestra orgulloso de su patrimonio y que no duda en compartir con quien se lo solicita.

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