No quiero pecar de ingenua, pero yo creía que el periodismo era otra cosa.
El otro día llamé a la redacción de la delegación de un periódico regional de mi ciudad para averiguar el nombre del fotógrafo de una imagen publicada en dicho medio. En la edición digital del diario la fotografía estaba sin firmar y la noticia solo contaba con las iniciales del periodista. A los pocos segundos de llamar responde al teléfono una chica y le solicito el nombre del redactor de la información en cuestión. Me contesta que es ella y le pregunto su nombre, que no tiene nada que ver con las iniciales que firman la noticia. Al instante me pregunta enfadada, o eso es lo que a mí me pareció: “y, ¿tú quién eres?”. Le pido disculpas, me presento, y le explico el motivo de la llamada. Entonces me entero que la imagen que ilustra la noticia no es del fotógrafo del periódico, sino que es propiedad del ayuntamiento, protagonista de la información. Por unos segundos me quedé sin habla. ¿Qué está pasando?
Siempre he considerado que el periodismo local es el más cercano a la gente, el que ofrece un servicio más eficaz al ciudadano, ya que la información que cubre el periodista local no lo cubre otro medio. Por lo tanto, si la prensa es el medio de comunicación creador de opinión por excelencia, el local lo es aún más por la influencia que ejerce sobre la comunidad local.
Si a esta consideración unimos que la función del periodismo es facilitar al ciudadano su derecho a estar informado, ¿por qué se consiente que la redacción local de un periódico se convierta en el gabinete particular de un ayuntamiento, por ejemplo? ¿Dónde está la dignidad del medio? ¿Cómo mostrarnos con credibilidad ante el ciudadano?
El código deontológico del periodista recoge en su artículo 18 que: “a fin de no inducir a error o confusión de los usuarios, el periodista está obligado a realizar una distinción formal y rigurosa entre la información y la publicidad”. Y los gabinetes de prensa, o de comunicación, es publicidad del organismo correspondiente, ya que una de sus funciones es ofrecer a la sociedad una buena imagen global del mismo.
Sé que el periodismo local está condicionado tanto por la premura del tiempo como por la escasez de personal, pero esto no justifica el engaño, o desinformación, del lector. Si, en este caso, el fotógrafo no ha podido asistir al acto organizado por el ayuntamiento, y es necesario ilustrar la noticia con imagen, ¿por qué no firmar la fotografía informando al ciudadano sobre el origen de la misma?
Tal y como recoge el código deontológico: “el primer compromiso ético del periodista es el respeto a la verdad”, y una información ofrecida a medias no es una información correcta.