En materia de técnicas de hablar en público nunca se acaba de aprender. Esta es la grandeza de este conocimiento. En cualquier discurso o conversación siempre hay algo que te llama la atención, por bueno o por malo, y que vas añadiendo a tu aprendizaje. Tampoco dejas de asombrarte al comprobar que las personas se ponen delante de un público sin el menor pudor ni respeto por el personal, y esto se nota en sus palabras de salutación y en el cuerpo de su alocución.
Últimamente he presenciado dos discursos con los cuales he aprendido, o mejor dicho he recordado lo que no se puede ni se debe hacer. Lo más grave de estas actuaciones es que han sido protagonizados por personas cuyo trabajo requiere intervenciones públicas y que por lo menos deberían interesarse por conocer lo básico en materia de oratoria.
Una de las primeras teorías que aprendí sobre la estructura de un discurso fue cómo comenzar el mismo. Y fue porque en mi primera conferencia metí la pata hasta el fondo en este sentido. Al comienzo de un discurso uno saluda sin disculparse y sin faltar al respeto al público mostrando una falsa modestia. Inicios como “Me alegro de estar frente a un público tan excelente como ustedes” no es una manera adecuada de empezar porque ¿realmente conoces a todo tu público para afirmar que todos son fantásticos? No hay que ensalzar exageradamente al auditorio. Tampoco hay que comenzar pidiendo disculpas al público: “Me han llamado para deciros unas palabras, pero no sé muy bien por qué”. Pues si no lo sabes tú, ¡imagínate el público! Es como decir, estoy aquí pero no sé porqué, o me da igual estar aquí o en otro sitio. Indiferencia total y falta de respeto.
En este sentido, tampoco es correcto usar las siguientes palabras de bienvenida: “Pido disculpas porque la concejala no ha podido venir tal y como estaba previsto”. Este inicio lo escuché hace escasos días y fue pronunciado por un cargo público. Al oírlo me quedé de piedra por varias razones:
- No te disculpes nunca por la falta de educación de una persona.
- No anuncies algo que quizás la mayoría de la gente desconozca.
Con este tipo de actuación solamente consigues poner en evidencia a la persona y en alerta al público de tu nula preparación para el discurso ya que su no presencia ha sido una sorpresa.
El segundo caso que he presenciado fue durante la inauguración oficial de un museo. En los discursos previstos en el acto uno de ellos fue pronunciado por la primera autoridad municipal de la ciudad quien afirmó que Orihuela posee “la catedral más bella del mundo”. Es admirable su fe y cariño por su ciudad, pero hablar en términos absolutos no es nada conveniente ni certero, tal y como sabemos los periodistas. Al actuar de esta forma solamente puede acarrear problemas y suspicacias de sus oyentes, al igual que herir sensibilidades.
Cuando tengamos que hablar en público debemos no dejarnos llevar ni por la situación ni por las emociones del momento. Tenemos que recapacitar y pensar en nuestro público para tratarlo con respeto.