La elección del texto de la placa que aparece en la fotografía ilustrativa de esta entrada ha sido objeto de numerosos comentarios, en relación al protocolo, en las redes sociales, en entradas de blogs y en artículos de medios de comunicación. ¿El motivo? La inscripción del nombre del ministro y la ausencia del nombre del jefe del Estado.
Al margen de la idoneidad o no de esta decisión, quiero centrar mi atención en las normas y en los errores ortográficos que presenta la leyenda de la placa inaugural.
Los profesionales del protocolo, sobre todo del protocolo oficial e institucional, debemos extremar y cuidar nuestro lenguaje en el ejercicio de nuestra profesión. Es lo que denomino, y explico, en el artículo El lenguaje profesional del protocolo.
Como periodista, me preocupa mucho este tema, tanto que escribí el Libro de estilo de protocolo oficial y las relaciones institucionales con la Editorial UOC. Además, también considero importante que en los manuales de protocolo se recoja un apartado sobre este asunto.
Uso de mayúsculas y minúsculas
La ortografía española marca que las fórmulas de tratamiento, al igual que los títulos y los cargos, se deben escribir con inicial minúscula.
Por su parte, el nombre de instituciones se escribe con inicial mayúscula, tal y como marca la norma: «Los sustantivos y adjetivos que componen el nombre de entidades, organismos, departamentos o divisiones administrativas, edificios, monumentos, establecimientos públicos, partidos políticos, etc.:».
Sin embargo, en el ámbito del protocolo, nos adherimos a la regla de la mayúscula de respeto:
Por razones de respeto, los títulos de los miembros de la familia reinante en España suelen escribirse con mayúscula, aunque vayan seguidos del nombre propio de la persona que los posee, al igual que los tratamientos de don y doña a ellos referidos: el Rey Don Juan Carlos, el Príncipe Felipe, la Infanta Doña Cristina. También es costumbre particular de las leyes, decretos y documentos oficiales, por razones de solemnidad, escribir con mayúsculas las palabras de este tipo: el Rey de España, el Jefe del Estado, el Presidente del Gobierno, el Secretario de Estado de Comercio. Por último, es muy frecuente que los cargos de cierta categoría se escriban con mayúscula en el encabezamiento de las cartas dirigidas a las personas que los ocupan.
Diccionario panhispánico de dudas
En el texto de la placa objeto de este análisis, tanto «Su Majestad el Rey», como «Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación» y «ministro don», están bien escritos.
El punto final
Nuestra ortografía indica que, en el campo de las dedicatorias, donde incluimos los textos de las placas, si estas son simples y breves no se incluye el punto final.
Sin embargo, cuando la leyenda es más extensa, el texto está distribuido en varias líneas e, incluso, acoge otro signo de puntuación, como la coma, debe llevar punto final.
En consecuencia, nuestra placa debería llevar punto final, justo después de «Bueno».
La datación
La placa, como documento solemne de la celebración de un acto, debe contener su datación, es decir, la indicación del lugar y de la fecha del mismo.
En este sentido, el Diccionario panhispánico de dudas nos enseña que «en la datación de cartas y documentos es frecuente que, antes de la fecha, se mencione también el lugar en que se escriben. En estos casos, se pone coma entre el lugar y la fecha».
Con respecto a la fecha, esta puede escribirse enteramente con letras, con una combinación de letras y números o solo con números. Y, aunque, como reconoce la Real Academia Española, no es habitual escribir las fechas enteramente con letras. «Solo es normal en documentos especialmente solemnes, escrituras públicas, actas notariales o cheques bancarios».
Además, las dataciones no llevan punto final.
Por lo tanto, la datación de nuestra placa sería: Madrid, veinte de enero de dos mil veintidós
Fotografía: © Casa de S.M. el Rey / EFE TV
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