Ser Comunicación

La comunicación efectiva es cosa de dos

El ser humano durante toda su trayectoria vital, desde su juventud hasta la ancianidad, muestra un verdadero interés por aprender a hablar en público. Los objetivos iniciales son diferentes en cada caso. Unos quieren cultivarse en esta materia para alcanzar determinadas metas profesionales y otros, por ejemplo, para influir y cautivar a sus oyentes. En resumen, se puede decir que en la mayoría de los casos este aprendizaje viene motivado por un impulso egoísta. Es decir, se busca el beneficio personal que este conocimiento puede otorgar. ¡Mal comienzo!

La primera condición de la comunicación humana empieza por el amor”, declara Roberto García Carbonell, pero no por el amor a uno mismo, sino por el amor al prójimo. Y en cuanto a su propósito, el profesor Carbonell en su artículo “El universo, el hombre y la comunicación” afirma que es “perseguir el suficiente entendimiento para lograr, en equilibrio, la convivencia y la cooperación entre los seres humanos”.

La oferta de cursos bajo títulos como “Hablar siempre con eficacia” es amplia. Sin embargo son engañosos porque la comunicación realmente eficaz puede ser calificada como una utopía. Roberto García Carbonell explica que la comunicación efectiva se basa en la emisión de un mensaje el cual tiene que ser recogido, y respondido de alguna manera, por el otro. Pero este “doble flujo” no quiere decir que sea eficaz, ya que existen muchos elementos personales, individuales e íntimos, surgidos de las experiencias de cada ser humano, que forman parte intrínseca de la comunicación de cada uno. Por eso es necesario en comunicación personal partir siempre del respeto hacia la otra persona.”Nosotros más que obligados a entendernos eficazmente, estamos requeridos de amarnos intensa y buenamente. Y a partir de ese sentimiento, que servirá de plataforma para intentar llegar a aceptarnos y a interactuar convenientemente, no importa que sea tan eficazmente, la comunicación sí que puede resultar satisfactoria, más allá no, porque es imposible”, sentencia Carbonell.

Para conseguir esa comunicación satisfactoria podemos adquirir información a través del “examen de conciencia”, es decir, hacer un esfuerzo en conocernos individualmente todo lo que podamos, ya que es imposible conocernos al cien por cien “porque incluso para conocernos a nosotros mismos necesitamos de la ayuda del otro”, comenta el profesor para quien “si yo me conozco a mi mismo en una determinada medida, me conozco con mis cualidades, con mis defectos, con mis aptitudes y con mis actitudes. De modo tal que tengo un panorama de información importante que me deja ver lo complicado que es un ser humano en sí mismo. Y cuando me voy a relacionar con otro debo ser consciente de la complicación para no caer en las actitudes simplistas que determinan no pocos conflictos en las relaciones de toda clase. Porque la gente empieza a pensar yo sé cómo es esta persona. Yo sé como soy yo, cosa que no es verdad. Alguien de fuera te tiene que decir cosas que tú ignoras de ti pero que las dejas manifiestas sea por el tono de la voz, la manera de reaccionar en un momento determinado, tus modos de sentir y de mirar las cosas”.

Aquí es donde radica la complejidad de la comunicación efectiva porque “entra la parte emocional, la espiritual. Una cantidad de procesos que modifican la visión, la percepción, el oído, el entendimiento y la compresión de las cosas. Y ahí ya andamos en un lío. Ya no nos queda más recurso que el sentimiento amoroso que permita un clima de tolerancia bueno, que haga propicia la comunicación, para que las dos partes se sientan bien el uno con el otro”, informa el escritor Roberto García Carbonell, quien en su artículo “Palabras y sociedad” escribe que: “El Universo no sólo nos ha programado como seres sociales, nos ha dejado impreso en la propia fisiología cómo tenemos que hablar y comunicarnos, para qué hacerlo, al servicio de qué causas, a fin de conseguir la paz y la felicidad de y para todos”.

En resumen, el hombre, ser sociable por naturaleza, necesita comunicarse para lograr dicha sociabilidad. Por lo tanto, si la comunicación efectiva es vital para el ser humano, es de necios no aprender a comunicarnos los unos con los otros.

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