Ser Comunicación

Felicitaciones navideñas: spam o wow

A principios de diciembre, del año pasado, decidí desafiar mi costumbre y sumergirme en un experimento navideño: abstenerme de enviar, por correo ordinario, mis tarjetas de felicitación de Navidad y esperar, con la curiosidad de un observador, quiénes se adelantarían a llenar mi buzón de sobres con felicitaciones navideñas. Mi decisión ha desencadenando una serie de reflexiones sobre la autenticidad de nuestros buenos deseos a finales de año.

La razón detrás de esta pausa fue simple: quería explorar qué sucedería si rompía la tradición de enviar tarjetas deseando a su destinatario una feliz Navidad y próspero Año Nuevo. No fue una cuestión de tiempo, ya que siempre hay tiempo para aquellos que realmente importan, sino más bien una búsqueda de respuestas a preguntas como: ¿Qué ocurriría si este año no felicito la Navidad a nadie? ¿Quiénes se tomarían el tiempo de enviarme sus buenos deseos?

En años anteriores, noté una tendencia peculiar. Pocos familiares y amigos cercanos se adelantaban a mi tradicional tarjeta de felicitación navideña, y este año, cansada de llevar siempre la voz cantante, decidí adoptar una posición más pasiva y observadora.

Los resultados del experimento han sido reveladores. Del total de felicitaciones recibidas, el 15% llegó en forma de tarjetas enviadas por correo ordinario. Mi buzón reveló que el 50% de los christmas provenían de familiares directos, el 33% de amigos y el 17% de asociaciones o instituciones.

¡Todavía queda esperanza! Soy una defensora y amante de las tarjetas de felicitación de Navidad, estas en las que de puño y letra envías buenos deseos a su destinatario. Siempre es un momento agradable abrir el buzón y ver que hay un sobre con un christmas esperando ser disfrutado. Este es un «momento wow».

Sobre este asunto escribí hace unos años Si quieres felicitarme las fiestas, escríbeme, que te invito a leer.

Sin embargo, el reino del WhatsApp es otro escenario.

Mensajes navideños por WhatsApp

De las felicitaciones recibidas por mensajería instantánea, el 10% llegó de familiares directos, el 28% surgió de grupos, y el 62% restante de amigos y conocidos. Estos mensajes tienen las siguientes características generales, salvo alguna honrosa excepción:

  • Leyenda “reenviado”.
  • Impersonales.
  • Emoticonos festivos.
  • Fotografías de bancos de imágenes.

A pesar de esta triste, para mí, realidad, todavía hay esperanza. Un familiar y una amistad que me habían enviado sus buenos deseos a través de WhatsApp y notando mi falta de respuesta, decidieron llamarme por teléfono: «Me ha extrañado mucho no recibir tu bonita felicitación y al no responder a mi mensaje, pensé que te ocurría algo. ¿Estás bien?».

Reflexión

Este personal experimento me ha mostrado un escenario donde las felicitaciones vacuas predominan en el mundo digital. Aunque entre la frialdad de los mensajes navideños «spam» del WhatsApp, descubrimos algún que otro pesebre calentito que nos identifica a aquellas personas que realmente nos desean una feliz Navidad y próspero Año Nuevo.

©PortugalBueno2024