Según han dado a conocer los medios de comunicación una llamada telefónica de felicitación para Donald Trump, por su triunfo electoral por parte de la presidenta de Taiwán, ha provocado malestar al Gobierno de China, quien envío una protesta formal.
Distintas cabeceras califican este suceso de error diplomático, mientras el equipo de Trump se defiende alegando que solamente fue dar respuesta a una llamada de cortesía.
Considero que este hecho no puede ser calificado de «error diplomático» ni tampoco relegarlo a una simple «llamada de cortesía». Un buen análisis de lo ocurrido se realiza en los siguientes párrafos, publicados en El Economista bajo el titular «Trump barre con protocolo»:
La llamada se convirtió en el ejemplo más vivo a la fecha de la inobservancia de Trump a los convencionalismos diplomáticos desde que ganó las elecciones del 8 de noviembre. Al parecer, ha dialogado telefónicamente con gobernantes extranjeros sin la orientación acostumbrada del Departamento de Estado, que supervisa la diplomacia de Estados Unidos.
«El presidente electo Trump simplemente está reaccionando impulsivamente, tratando de tomar llamadas telefónicas con mensajes de felicitación de líderes de todo el mundo sin tomar en cuenta las implicaciones», dijo Bonnie Glaser, asesora para Asia en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington, DC.
Entiendo, en este caso, el uso del adjetivo diplomático como término relacionado con normas y procedimientos reguladores de las relaciones entre estados. Por esta razón, calificar la citada llamada de error diplomático no lo considero correcto, ya que entre Estados Unidos y Taiwan no existen relaciones diplomáticas, solamente comerciales.
En este sentido, considero más correcto el uso de error o ausencia de diplomacia, ya que esta es la técnica y el arte de las relaciones internacionales pacíficas y también se define como la ciencia que estudia las relaciones políticas, jurídicas, económicas y culturales entre las naciones.
Por lo tanto, la forma de actuar de Donald Trump no ayuda a la diplomacia de Estados Unidos con China, aunque sí con Taiwan.