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El Misal: traducción frente a interpretación

Durante el primer domingo de Cuaresma del 2017 se estrenó en España, en el sacramento de la Eucaristía, la traducción en español de la tercera edición típica del Misal Romano. El Misal contiene el orden y el modo de celebrar la misa tanto de los ministros como de la asamblea.

No se trata de un Misal Romano nuevo, sino que es el de Pablo VI en su tercera edición típica. La primera edición típica fue en el año 1970 y fue traducida al español ocho años después, en 1978. La segunda edición típica se publica en 1975 y su traducción al castellano se produce en 1988. Actualmente nos encontramos con la tercera edición típica del Misal Romano del año 2002 y que es aprobada su traducción al español en el 2016, catorce años después. Y es el día 4 de marzo de 2017 cuando su uso se hace oficial en la Iglesia católica española.

La Sagrada Escritura, el Misal, el Catecismo y el Código de Derecho Canónico son los cuatro libros sagrados más importantes para la Iglesia.

El Misal, libro oficial del rito romano, es el heredero de una larga tradición anterior al Concilio de Trento, cuando se recogieron determinados manuscritos formando el Misal el cual fue reformado en sus ritos en el Concilio Vaticano II. Anteriormente a este concilio, el Misal y el Leccionario eran dos libros hermanos, y a partir de la reforma, estos dos libros se separan, convirtiéndose el Leccionario en el libro oficial que contiene las lecturas bíblicas de todo el año litúrgico.

Tal y como señala Aurelio Ferrándiz García, canónigo de la Catedral de El Salvador de Orihuela, el Misal recoge contenido teológico, catequético y expresa la norma de fe, la forma de creer que tiene la Iglesia católica en la Eucaristía en forma de plegaria.

Traducción, no interpretación.
En referencia a la traducción del Misal, el canónigo Ferrándiz señala que «no estamos en el mundo de la improvisación, sino en la ley, en la norma». Por esta razón, se insta que en la traducción del Leccionario y del Misal prime la fidelidad a la traducción frente a la interpretación. Es decir, fidelidad y literalidad en la traducción del latín al castellano del texto original.

Aurelio Ferrándiz afirma, en relación a este asunto, que las lenguas vernáculas empobrecen el lenguaje litúrgico cuando se interpreta en lugar de traducir.

Por ejemplo, el papa emérito Benedicto XVI en el año 2006 introdujo la formación «por muchos» en la consagración del vino, atendiendo a la traducción de Mateo y Marcos. Y en el caso de la consagración del pan se utiliza el «por vosotros» en referencia a Lucas y Pablo.

En definitiva, «orar no con nuestras palabras, sino con las palabras de la Iglesia», señala Aurelio Ferrándiz para quien es importante saber diferenciar la traducción de la interpretación porque de esta manera se consigue la fidelidad a las palabras de Jesús.

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