La Semana Santa se inicia con el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de Pascua, también conocido como Domingo de Resurrección. Este tiempo de conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo es una celebración móvil, es decir, cambia de fecha cada año. La Iglesia fija la festividad del Jueves Santo con la luna llena que se produce entre el mes de marzo y abril y a partir de esta fecha se marca el Miércoles de Ceniza, la Semana Santa, Pentecostés y la Fiesta de Cristo Rey.
La Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos indica que la participación de los pueblos en los ritos de la Semana Santa es muy intensa y que algunos de ellos siguen mostrando actualmente «señales de su origen en el ámbito de la piedad popular», indica el Directorio sobre Piedad Popular y la Liturgia.
Los actos de la Semana Santa se dividen en dos ciclos, el litúrgico y el de piedad popular, sobre todo las procesiones. Precisamente las autoridades oficiales de los municipios participan en estas procesiones ya sea presenciando las carreras oficiales desde la tribuna o procesionando, en particular en la del Viernes Santo o Sábado Santo, dependiendo de la localidad.
Domingo de Ramos.
El Domingo de Ramos conmemora la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén, con el objetivo de celebrar la Pascua, a través de la Eucaristía, de la bendición y procesión de las palmas.
Durante la Edad Media la procesión, difundida por los peregrinos que visitaban la Ciudad Santa, adquiere una gran importancia y a la procesión se le suma la bendición de las palmas y la costumbre de colgar las palmas bendecidas en los balcones de las casas particulares. Esta tradición se conserva hoy en día como símbolo de protección del hogar.
El ceremonial de la bendición y procesión del Domingo de Ramos está recogida en el Ceremonial de los Obispos en los siguientes términos:
264. A la hora señalada los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún otro lugar adecuado, fuera de la iglesia hacia la cual se va a dirigir la procesión.
Los fieles llevan los ramos en sus manos.265. El Obispo en un lugar apropiado se pone las vestiduras de color rojo para la Misa. En vez de la casulla puede vestir la capa pluvial, que deja una vez terminada la procesión.
El Obispo, con mitra y báculo, junto con los ministros, y, si es el caso, los concelebrantes revestidos para la Misa se acerca al lugar de la bendición de los ramos, mientras se canta la antífona Hosanna, u otro canto apto.266. Terminado el canto, el Obispo deja la mitra y el báculo, y de pie y de cara al pueblo, dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Después saluda al pueblo, diciendo: La paz esté con vosotros. Y hace la monición introductoria. Si cree conveniente, puede encomendar esta monición al diácono o a uno de los concelebrantes.
267. Después de la monición el Obispo, con las manos extendidas, dice la oración sobre los ramos, y sin decir nada, los asperja con agua bendita.
268. Después de la bendición de los ramos, y antes de la proclamación del Evangelio, el Obispo puede distribuir ramos a los concelebrantes, a los ministros y a algunos fieles. El, por su parte, recibe del diácono, o de uno de los concelebrantes. e] ramo que le fue preparado, y lo entrega al ministro mientras hace la distribución de los ramos. Entre tanto se canta un canto apropiado.
269. En seguida el Obispo pone incienso en el incensario, bendice al diácono que va a proclamar el Evangelio, recibe su ramo, que tiene en su mano durante la proclamación del Evangelio.
Si cree oportuno hace la homilía, entrega el ramo y recibe la mitra y el báculo, a no ser que le parezca otra cosa.270. Para iniciar la procesión el Obispo o el diácono puede hacer la monición: Queridos hermanos: como la muchedumbre, tal como se encuentra en el Misal Romano, o con otras palabras semejantes. Y comienza la procesión hacia la iglesia donde se celebrará la Misa.
Precede el turiferario con el incensario humeante, luego sigue el acólito que lleva la cruz, adornada con ramos, según las costumbres de los lugares, en medio de dos acólitos que llevan cirios encendidos. Sigue el clero, el diácono que lleva el Evangeliario, otros diáconos, si los hay, que llevan el libro de la historia de la Pasión, los concelebrantes, el ministro que lleva el báculo del Obispo, después el Obispo con mitra y con el ramo en su mano; un poco más atrás de él, dos diáconos que lo asisten, y detrás los ministros del libro y de la mitra, por último los fieles. Todos, sean ministros sean fieles, llevan ramos.
Durante la procesión el coro y el pueblo canta los cantos que indican en el Misal, u otros aptos.271. Al llegar el Obispo al altar entrega el ramo al diácono, de la mitra y venera e inciensa el altar. Luego se dirige a la cátedra donde se quita la capa pluvial, si la usó en la procesión, y se reviste casulla.
Omitidos los ritos iniciales de la Misa, y si lo juzga conveniente también el Señor, ten piedad, para terminar la procesión dice la oración colecta de la Misa.El Obispo puede, si lo cree más oportuno, dejar la capa pluvial revestir la casulla cuando llega al altar, y antes de venerarlo.
La fotografía que ilustra esta entrada está recogida de la web Visit Elche Blog.