Hace unos días se celebró en el colegio de mis hijos el aniversario de la muerte del fundador del Colegio Diocesano Santo Domingo, Fernando de Loazes (1568-2018). Con este motivo la dirección del centro organizó un acto memorial y la inauguración del aula museística de la institución. Al margen de la buena organización del acto quiero comentar y analizar en esta entrada la acertada unión que hubo entre el objetivo del acto y su ejecución.
Todos sabemos que cuando una institución, pública o privada, organiza un evento se marca unos objetivos y estos se deben proyectar y entender durante la ejecución del acto. Es decir, cada acto, al igual que tiene su público concreto, tiene su objetivo y mensaje único y este debe ser conocido y definido para poder conseguirlo.
Como invitada al acto memorial e inauguración del aula museística desde el primer instante que tuve contacto con el acto vi que era un proyecto en el cual estaban implicados todos los que forman parte de la comunidad educativa del colegio. La finalidad del acto era conmemorar el aniversario de la muerte del fundador del colegio y para ello que mejor que implicar en su desarrollo a todos los que formamos parte del centro:
- Invitaciones a los padres.
- Director del centro y presidenta de la Asociación de padres del colegio dando la bienvenida a los padres.
- Profesores recibiendo a los asistentes, comprobando la confirmación de asistencia.
- Alumnos acomodando a los asistentes en el lugar destinado.
Desde el minuto cero se respiraba un ambiente familiar pero al mismo tiempo de gran solemnidad y, además, se sentía que era un acto del colegio y para el colegio.
Escasos minutos antes de comenzar el acto memorial todos ocupaban su posición en la iglesia: padres, alumnos, profesores, anteriores directores del centro, autoridades y personalidades locales. Todos en su sitio para recibir al anfitrión con su invitado de honor, el director del Colegio Diocesano Santo Domingo junto al Obispo de la Diócesis Orihuela-Alicante.
Las primeras palabras del acto memorial fueron las del obispo diocesano quien en su discurso anunció cuál era el objetivo del mismo: gratitud al arzobispo Fernando de Loazes. Una gratitud convertida en un gesto de nobleza por parte de todos los participantes al acto.
Otro indicador de ser un evento para todos los que formamos parte de este centro fue cómo consiguieron que todos estuvieran presentes en el acto. Este hecho es muy difícil en este colegio ya que tienen alrededor de 2000 alumnos y la posibilidad de que todos estén físicamente y en directo disfrutando de la conmemoración es imposible. Pero su solución fue posible: todas las aulas pudieron ver en directo por medio de los proyectores la ceremonia desde sus pupitres. Compartieron tiempo pero no espacio, sin embargo sí estuvieron todos los cursos representados en la iglesia ya que todos los delegados de las clases formaron parte activa de la ceremonia.
En definitiva, un claro ejemplo de cómo aunar acto y objetivo con total efectividad y coherencia.
©Portugal Bueno, 2018