Hasta el momento nunca he considerado la gramática tediosa, sí quizás un poco abstrusa por lo menos en mi caso. Sin embargo, debido a mi condición de periodista y, sobre todo, a mi gusto por la escritura considero que los conocimientos de mi lengua deben ir aumentando y mejorando.
Durante la primera lectura de Las 500 dudas más frecuentes del español viví momentos de nula comprensión y otros de sorpresa y simpáticos. Los primeros los intentaré solventar y los segundos los reviviré para no olvidarlos e incluso algunos de estos he decidido compartirlos con ustedes.
Es el caso de la duda número 201, ¿se puede decir una crema antiedad?
El Instituto Cervantes recuerda en esta publicación que la palabra antiedad surge en el mundo de la publicidad y, a su vez, enseña que su uso no es correcto, incluso dicho neologismo no se encuentra en el Diccionario de la Real Academia Española.
«No se entiende bien cómo una crema puede ir ‘en contra de la edad’, que sería el significado literal de la creación léxica. En todo caso, la crema actuaría contra los efectos de la edad, esto es, contra las arrugas, y para ello ya existe la palabra antiarrugas«.
Caso similar es el de la expresión crema rejuvenecedora ya que «resulta imposible que alguien se vuelva más joven simplemente por aplicarse una crema». A pesar de esta explicación el uso de este giro en la actualidad no resulta extraño, incluso admitido: Cuando se hable de tratamientos rejuvenecedores deben utilizarse las palabras antiarrugas, rejuvenecedor o antienvejecimiento y evitar el término antiedad, señala la Fundación del Español Urgente.
Por lo tanto, tal y como señala el Instituto Cervantes en referencia a la palabra antiedad, «serán los propios hablantes los que decidan si acaba triunfando o no, independientemente del carácter más o menos lógico del significado».
Al finalizar la lectura de esta duda, me dirijo al cuarto de baño para dar respuesta a mi curiosidad por conocer la calificación de mis cremas faciales. Respuesta: reafirmante y rejuvenecedora.