Ser Comunicación

Para hablar bien hay que contar cuentos

El Nuevo Testamentos es el libro por excelencia que toda persona amante de la oratoria debe leer. La información que contiene se convierte en el manual perfecto para quien aspira a hablar en público con eficacia, sobre todo por su “cuentos”.

Este aspecto del Libro Sagrado ha sido objeto de comentario por parte de Benedicto XVI al hacer referencia a la Parábola del Sembrador (San Marcos 4), según informa el Servicio de Información del Vaticano.

Para el Papa la citada parábola «es una página de algún modo «autobiográfica» porque refleja la experiencia de Jesús, de su predicación. Él se identifica con el sembrador, que lanza la buena semilla de la Palabra de Dios, y se da cuenta de los diversos efectos que obtiene, según el tipo de acogida reservada al anuncio. Algunos escuchan superficialmente la Palabra pero no la acogen; otros la acogen en el momento pero no tienen constancia y pierden todo; otros están agobiados por las preocupaciones y seducciones del mundo; y hay quien escucha de forma receptiva como el buen terreno: aquí la Palabra da fruto en abundancia«, cita del Santo Padre que perfectamente se puede aplicar cuando analizamos al auditorio.

En el campo de la oratoria existen tres razones por las cuales una persona asiste a una conferencia: porque no tiene otra cosa mejor que hacer; porque la asistencia es obligatoria; y porque el tema conecta con sus intereses personales. Sin embargo, una vez tomada la decisión de asistir a la charla, da igual el motivo, el oyente debe estar en una postura receptiva y el conferenciante debe mostrar una actitud de total entrega porque “el oyente debe sentir que el mensaje surge de la mente y del corazón del orador”, afirma Dale Carnegie en su libro “Cómo hablar bien en público”.

Benedicto XVI también hace referencia en el método elegido por Jesús para sus discursos: las parábolas. «¿Por qué a ellos les hablas con parábolas?», preguntan los discípulos. Y Jesús responde distinguiendo entre ellos y la multitud. A los discípulos, es decir a los que ya se han decidido por Él, puede hablarles abiertamente del Reino de Dios. A los demás, en cambio, debe anunciarlo en parábolas, para impulsar la decisión, la conversión del corazón. Efectivamente, las parábolas, por su naturaleza requieren un esfuerzo de interpretación, interpelan a la inteligencia pero también a la libertad”.

Comenzar un discurso, por ejemplo, con un cuento es original y capta la atención del público desde el primer momento porque a todo el mundo nos gusta que nos cuenten historias. Sin embargo, este cuento debe ser corto y directamente relacionado con nuestro mensaje, de lo contrario confundiremos a nuestra audiencia en lugar de indicarles cuál es nuestro objetivo. “Una historia cuenta fundamentalmente cómo y por qué cambia la vida, y suele llevar una moraleja o lección vital de la que podemos aprender algo”, anuncia Luis Puchol en su publicación “Hablar en público”.

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