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La ordenación de diáconos en la Iglesia católica

Durante esta última semana en las diócesis de Córdoba, de Coria-Cáceres, de Málaga, de Orihuela-Alicante y de Zamora se han celebrado ordenaciones de diáconos.

Los diáconos se encuentran en el grado inferior de la jerarquía eclesiástica y sirven al obispo y al presbítero en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad. En definitiva, tal y como recoge el artículo 92 del Apostolorum Succesores, el diácono participa «de las tres funciones de enseñar, santificar y gobernar, que corresponden a los miembros de la jerarquía».

El diaconado puede ser conferido a hombres casados (para ello debe contar con el consentimiento de su mujer) que realizan en la iglesia un ministerio diaconal tanto a nivel litúrgico como pastoral y social. Como por ejemplo:

  • Predicar la palabra divina como catequista.
  • Dirigir comunidades cristianas distantes en nombre del párroco u obispo.
  • Practicar la caridad en obras sociales y caritativas.

El orden del diaconado es uno de los tres que existen en la Iglesia, junto al episcopado y presbiterado, y los candidatos deben estar bautizados y confirmados.

El Catecismo de la Iglesia católica establece que los tres grados de ordenación son conferidos por el mismo ritual:

El rito esencial del sacramento del orden está constituido, para los tres grados, por la imposición de las manos del obispo sobre la cabeza del ordenado, así como por una oración consecratoria específica que pide a Dios la efusión del Espíritu Santo y de sus dones apropiados al ministerio para el cual el candidato es ordenado.

La imposición de las manos por parte del obispo se hace en silencio sobre cada uno de los ordenados y seguidamente se recita la oración consecratoria. En el caso de la ordenación de diáconos, la oración de la consagración es: «Envía sobre ellos, Señor, el Espíritu Santo, para que, fortalecidos con tu gracia de los siete dones, desempeñen con fidelidad su ministerio».

En líneas generales, la estructura de la ordenación de los diáconos es la siguiente:

  • Presentación y elección del ordenando.
  • Alocución del obispo.
  • Interrogatorio del ordenando.
  • Letanías de los santos.
  • Entrega de los Evangelios.
  • Entrega de patena y cáliz.

La ordenación debe celebrarse durante una misa solemne, dentro de la Eucaristía, en domingo o en una fiesta de precepto. El lugar para su celebración debe ser la catedral y al acto deben asistir el mayor número de fieles y clérigos. Los ministros de la ordenación son los obispos.

Vestidura e insignia litúrgica

El diácono tiene como vestidura propia la dalmática, que lleva sobre el alba o la estola. La dalmática se utiliza en las misas solemnes y en las procesiones cuando estas no son de carácter penitencial.

El alba es la vestidura sagrada de todos los ministros ordenados e instituidos y consiste en una túnica blanca que se ciñe en la cintura con el cíngulo (cordón o cinta de seda o lino), cuyos extremos suelen estar decorados con borlas.

Como insignia pertenece al diácono la estola, una banda más ancha en los extremos que en el centro. En el caso de los diáconos, la estola «la lleva desde el hombro izquierdo, pasando sobre el pecho hacia el lado derecho del tronco, donde se sujeta», nos explica el artículo 340 de la Ordenación General del Misal Romano.

La fotografía que ilustra esta entrada ha sido cedida por Manuel Bernabé Belmonte.

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