La interpretación del himno de España durante la consagración en la celebración de la misa en la catedral castrense, me ha llamado la atención. He descubierto que esta acción se encuentra arraigada en la historia y tradición, revelando un vínculo entre lo sacro y lo militar.
La raíz de esta costumbre se encuentra en los honores tributados al Santísimo Sacramento a través de la Marcha Real Fusilera en el siglo XVIII. De acuerdo con las Ordenanzas de Carlos III, se otorgaban honores de rey al Santísimo Sacramento, utilizando la misma marcha que honraba al monarca.
En el siglo XIX, fuentes legales como la Real Orden de 5 de octubre de 1859 y la Real Orden de 21 de marzo de 1880, respaldan la interpretación de la Marcha Real, o Granadera, durante la elevación de la hostia y el cáliz.
Reglamentos de honores militares
La normativa de la época, como la Real Orden de 5 de octubre de 1859, delimitaba que las formaciones instrumentales militares debían limitarse a interpretar la Marcha Real en el momento crucial de la misa.
Más tarde, el Decreto 895/1963, que aprobó el Reglamento de Actos y Honores Militares durante la era de Franco, especificaba en su artículo 36 que las bandas debían tocar el himno nacional «mientras dure al acto de Alzar». A su vez, el título tercero, «el de honores especiales, detalla los honores a rendir al Santísimo Sacramento y a las imágenes sagradas, incluyendo la interpretación del himno nacional.
En el año 1901, la monarquía borbónica actualiza las Ordenanzas del Ejército. Concretamente hace referencia a los honores tributados al Santísimo Sacramento, a las imágenes sagradas y durante la celebración de la santa misa.
Actualmente los honores militares están regulados por el Real Decreto 684/2010. Esta normativa ya no recoge honores al Santísimo Sacramento ni la interpretación del himno nacional durante la misa. Sin embrago, tal y como se expone en su introducción: «Los honores especiales regulados en el Real Decreto 834/1984, de 11 de abril, son sustituidos por unas normas, incluidas en la disposición adicional cuarta, sobre la participación de militares en actos en los que se incluyan ceremonias de carácter religioso, compaginando el respeto a tradiciones arraigadas en la sociedad con el principio constitucional de libertad religiosa».
La interpretación del himno de España durante la consagración en la misa no solo es un homenaje a la tradición, sino también un testimonio vivo de la interconexión entre la espiritualidad y el ámbito militar en la historia de España.
Este vínculo también se conserva en las bodas religiosas en las que uno de los contrayentes, o los dos, forman parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado.
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