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Dios nos sigue llamando

En pleno siglo XXI y para gran alegría para unos, no tanto para otros, todavía existen jóvenes con gran valentía que dan un sí rotundo a la llamada de Dios. Se trata de una gran bendición para ellos y para nosotros también.

Cómo ya escribió San Mateo: “Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos”. En esta ocasión los elegidos pertenecen a la Diócesis de Orihuela-Alicante y han sido Marcos Antonio Giménez Cano, José Manuel Poveda Ruvira, Abelino Abad Mora Meza y Miguel Cano Crespo. Ellos van a emprender el camino previo al sacerdocio convirtiéndose en diáconos y trabajando en distintas parroquias de la provincia.

Para estos cuatro seminaristas comienza así su última etapa hacia la que será su nueva vida tras estos meses “de prácticas pastorales”, el sacerdocio. Todos ellos abandonarán los horarios y las clases en el Seminario para enfrentarse al que será, de ahora en adelante, su día a día. La lucha diaria en la parroquia, el contacto con la gente, los proyectos pastorales…

Sus edades oscilan entre los 23 y los 31 años, proceden de localidades diferentes y afrontan esta nueva etapa con los nervios y la ilusión propia de quien ve su sueño más cerca.

Entre los más jóvenes se encuentra Marcos Antonio Giménez Cano, nacido en  Formentera del Segura. Entró al Seminario a la pronta edad de 11 años, tras ser monaguillo en la parroquia de su pueblo. Ahora, con 23 años, pasará a ejercer su etapa como diácono en la parroquia de El Sagrado Corazón de Jesús de Torrevieja. Cuando se le pregunta qué espera de estos nueve meses como diácono afirma que “mucho, es un cambio importante, una vez acabado el Seminario comenzar a vivir el ministerio. Llega el momento para el que estás tanto tiempo preparándote, pero sabiendo que todavía queda mucho por hacer”.

Con 25 años se ordenará el sábado José Manuel Poveda Ruvira, de La Murada (Orihuela). “Entré en el Seminario hace 11 años, es decir con 15, y puedo decir que han sido los mejores años de mi vida, es una experiencia que cambia tu vida” afirma José Manuel. Su destino como diácono va a ser Alicante, concretamente la parroquia de Nuestra Señora del Rosario. “Durante estos meses quiero servir a la Iglesia, un servicio que lo he de prolongar a lo largo de toda mi vida” añade.

El tercero de los chicos que será ordenado el sábado es Abelino Abad Mora Meza, de 31 años de edad y nacido en Ecuador. Se decidió a los 23 años tras haber crecido en un ambiente religioso y muy implicado en el trabajo pastoral de su parroquia, donde su vocación fue creciendo día a día. Ha sido destinado a la iglesia de San Andrés de Almoradí, donde, según sus propias palabras  “espero aprender y saber dar a las personas que se acerquen a mí lo que van buscando, a Dios” explica Abelino.

Miguel Cano Crespo, nacido en Altea y con 31 años, es el cuarto seminarista que será ordenado el sábado en Albatera. Se decidió por este camino a los 25 años de edad tras muchos de consideración. “Fue algo natural, como una fruta madura que cae por su propio peso cuando está en sazón” explica Miguel. Ahora, seis años después, será ordenado diácono el sábado siendo enviado a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Villajoyosa.

A todos ellos les esperan nueve meses de trabajo continuo en los diferentes destinos a los que han sido designados. El próximo mes de julio volverán de nuevo ante su Obispo para dar el sí definitivo a la Iglesia Católica. Será entonces cuando den el paso definitivo al sacerdocio. Nuestra Diócesis contará en ese momento con cuatro nuevos sacerdotes cargados de juventud y de energía para ser fieles misioneros de Cristo.

¿Qué significa ser diáocono?

Diácono es una palabra que proviene del griego y significa “servidor”. Su misión principal consiste en asistir al Obispo y a los sacerdotes ayudándoles en la predicación del Evangelio y en el servicio a los más pobres. El diácono es un clérigo que ha recibido el primer grado del sacramento del orden. Los diáconos, a diferencia de los presbíteros (los sacerdotes) ni celebran la Eucaristía (aunque ayudan a dar la comunión), ni confiesan a los fieles. Sí pueden administrar el sacramento del Bautismo y del Matrimonio, celebrar exequias y llevar la comunión a los enfermos.

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