Ser Comunicación

El que se fue a Sevilla…

Los diputados con escaño en el Congreso de los Diputados tienen asignados, protocolariamente, su posición en el hemiciclo. Sin embargo, la distribución de los asientos en el anfiteatro no es respetado en ocasiones.

Una de estas ocasiones era cuando, años atrás, María Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular (PP) acudía al Debate sobre el estado de la Nación ocupando el escaño de Soraya Sáenz de Santamaría, entonces portavoz del Grupo parlamentario Popular. El protocolo del Congreso de los Diputados asigna a la portavoz el escaño situado a la derecha del de Mariano Rajoy, presidente del PP y diputado por Madrid.

Uno de los motivos por el cual existe el protocolo es por su gran eficacia en facilitarnos la vida, al darnos a cada uno el lugar que nos corresponde en determinadas ocasiones. Sin embargo, las personas nos empeñamos en complicárnosla cuando no aceptamos dicha disposición, la mayoría de las veces por razones egoístas, vanidosas o políticas.

El protocolo simplifica la vida, porque simplifica las decisiones. Una vez que se conoce, facilita las cosas. Y no es complicado. Puesto que son normas que están hechas para que todo el mundo las respete, son fáciles de entender y fáciles de recordar”, afirma Luis Arroyo y Magali Yus en su libro “Los cien errores de la comunicación”. Esta máxima es aplicable a cualquier tipo de relación que mantenemos las personas entre nosotros. Por ejemplo, ¿no es un desastre cuando dos personas se enfrentan a la altura de una puerta y quieren a la vez entrar y salir? ¿No es más fácil la norma de salir primero y entrar después? ¿Quién no ha vivido esta situación también en un ascensor? O cuando vamos por la acera no tenemos porqué chocarnos si vamos por nuestra derecha.

Una de las cosas que más me llamó la atención durante un viaje a Washington fue el orden que llevaban sus ciudadanos a la hora de utilizar las escaleras mecánicas. Las personas que no suben los escalones, se quedan en fila india en su lado derecho, dejando un pequeño pasillo libre para el resto que quiera subir más rápido. Todavía no he visto esta forma de comportarse en España, en donde tienes que pedir permiso, si te atreves, para pasar en esta misma situación.

El protocolo nos evita situaciones incómodas y nos ayuda a respetar a los demás. Cuando en un acto nos asignan un puesto determinado, debemos aceptarlo por varias razones. La primera es porque la persona encargada de organizar dicho acto seguro que ha pensado, y meditado, cuál es el sitio más adecuado para nosotros. La segunda razón es por respeto al resto de los invitados y al anfitrión.

Si el protocolo no fuera efectivo, hace tiempo que se hubiera eliminado de nuestras vidas y relaciones, pero “existe el protocolo, porque sirve precisamente para simbolizar el respeto por las instituciones y las responsabilidades que las personas representan”, declaran Arroyo y Yus.

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