Ser Comunicación

Buscando la excelencia en el periodismo local

Todas las personas tenemos ciertas manías que podemos considerar principios vitales para nuestra percepción de la vida o la profesión. Confieso que yo tengo bastantes, sobre todo cuando se refiere al periodismo. Quizás le doy un valor demasiado elevado a la labor periodística. Para mí el periodismo es búsqueda, denuncia, solución, ayuda, verdad, experiencia, criterio, responsabilidad … Y cuando una persona que se dedica a esto actúa con una ausencia total de profesionalidad y con negligencia, me saca de mis casillas.

No concibo que un periodista en un conflicto empresarial tome partido públicamente por una de las partes implicadas por ser su amigo. Por supuesto, con una ausencia total de interés por la información y la postura del otro afectado. Esto no es periodismo. Esto es una desfachatez con mayúsculas. Muestra una falta de ética. Este es el problema de ver el periodismo solamente como una profesión y no como algo vocacional. Los que creemos realmente en el periodismo valoramos y respetamos los principios y las normas deontológicas de la profesión periodística.

La Federación de Asociaciones de Periodistas de España publicó en su día el código deontológico al que se comprometen todos los periodistas asociados y, por extensión, también el resto. A continuación voy a enumerar ciertos principios éticos recogidos en el código y que considero la base para realizar un buen periodismo y para conseguir ser un buen periodista.

  • El primer compromiso ético del periodista es el respeto a la verdad.
  • De acuerdo con este deber, el periodista defenderá siempre el principio de la libertad de investigar y de difundir con honestidad la información y la libertad del comentario y la crítica.
  • Sin perjuicio de proteger el derecho de los ciudadanos a estar informados, el periodista respetará el derecho de las personas a su propia intimidad e imagen.
  • En el tratamiento informativo de los asuntos en que medien elementos de dolor o aflicción en las personas afectadas, el periodista evitará la intromisión gratuita y las especulaciones innecesarias sobre sus sentimientos y circunstancias.
  • El periodista debe asumir el principio de que toda persona es inocente mientras no se demuestre lo contrario y evitar al máximo las posibles consecuencias dañosas derivadas del cumplimiento de sus deberes informativos.
  • Para garantizar la necesaria independencia y equidad en el desempeño de su profesión, el periodista deberá ejercer el derecho y el deber a una información profesional actualizada y completa.
  • El compromiso con la búsqueda de la verdad llevará siempre al periodista a informar sólo sobre hechos de los cuales conozca su origen, sin falsificar documentos ni omitir informaciones esenciales, así como a no publicar material informativo falso, engañoso o deformado.
  • Deberá fundamentar las informaciones que difunda, lo que incluye el deber de contrastar las fuentes y el de dar la oportunidad a la persona afectada de ofrecer su propia versión de los hechos.
  • Advertida la difusión de material falso, engañoso o deformado, estará obligado a corregir el error sufrido con toda rapidez y con el mismo despliegue tipográfico y/o audiovisual empleado para su difusión. Asimismo difundirá a través de su medio una disculpa cuando así proceda.

Bien es verdad que “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Sin embargo, ¿cuántas veces estas personas que incumplen la ética periodística no son reprobadas ni privada ni públicamente? ¿Por qué consentimos que el ejercicio periodístico lo pueda ejercer cualquiera? ¿Por qué no luchamos por una profesionalidad como Dios manda en el periodismo local?

Fuente fotografía: elpais.com

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