El arranque de un nuevo curso en protocolo, ¿una carrera femenina?, vuelve a poner de manifiesto una realidad que se repite año tras año: los estudios de Grado y Máster en esta disciplina están mayoritariamente ocupados por mujeres. Sin embargo, aunque de manera tímida, empieza a verse una mayor presencia masculina en las aulas, lo que plantea un interesante contraste entre formación académica y práctica profesional.
Esta realidad me llama la atención y no es la primera vez que escribo sobre ello. Puedes leer otra reflexión a hilo en otra de mis entradas al blog: El liderazgo femenino en protocolo es de Perogrullo.
La realidad académica
Los números son claros: la media de alumnos por clase en protocolo es de 16,22. De ellos, 14 son mujeres y tan solo 2,22 son hombres. Esto significa una distribución del 86,3% de mujeres frente al 13,7% de hombres, es decir, un 530% más de mujeres que de hombres en promedio.
La conclusión inmediata es que la base académica de esta carrera es fuertemente femenina.
El ámbito profesional
Si nos trasladamos al terreno laboral, los datos, según la Guía de jefes de protocolo de los principales ayuntamientos de España, de la Revista Protocolo, siguen mostrando una mayoría femenina, pero la diferencia se reduce: un 60% de mujeres frente a un 40% de hombres.
La comparación resulta llamativa, ya que la universidad refleja un escenario casi exclusivo de mujeres, mientras que en la vida profesional los hombres alcanzan un peso considerablemente mayor.
Interpretación de los datos
Esta diferencia nos permite hacer una lectura interesante:
- En el entorno académico, las mujeres son claramente mayoría, lo que refuerza la idea de que la formación reglada en protocolo se identifica como una elección femenina.
- En el terreno profesional, los hombres, aun siendo minoría, tienen una presencia mucho más fuerte de la que cabría esperar en proporción a su paso por la universidad.
Esto sugiere que muchos profesionales varones han llegado al protocolo por vías alternativas: experiencia en la diplomacia, administración pública, fuerzas armadas, comunicación institucional… y no tanto por una titulación universitaria específica en Protocolo.
A favor de esta hipótesis
- Mayor base académica femenina: las mujeres tienen más probabilidades de haber cursado estudios reglados en la materia.
- Inserción natural en el mercado: la alta formación femenina explica su peso mayoritario en el ámbito laboral.
- Acceso masculino por otras rutas: el salto del 13,7% en las aulas al 40% en los despachos apunta a vías profesionales no estrictamente académicas.
En contra de esta hipótesis
- No todas las tituladas trabajan en protocolo: muchas egresadas acaban en comunicación o relaciones públicas.
- La experiencia pesa tanto como el título: en cargos de jefatura, la práctica puede tener más valor que la formación reglada.
- Falta de datos completos: desconocemos cuántos de los profesionales hombres cuentan realmente con titulación universitaria en protocolo.
Reflexión
Podemos afirmar que el protocolo es una carrera claramente femenina, mientras que en el plano laboral se tiende a una paridad relativa. La feminización académica no se traduce en la misma proporción dentro de las oficinas institucionales.
Esto abre un interesante debate: ¿es el protocolo una disciplina en la que las mujeres se forman más y los hombres ocupan más espacio profesional por otros cauces? La respuesta no es definitiva, pero la reflexión está servida.
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