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Yo tengo razón, tú no, ¿y ahora qué?

Tanto en la vida personal como en la profesional es más importante, en la mayoría de las ocasiones, llegar a un acuerdo que tener razón. Y sobre esto nos escribe Xabier Amador en su libro Yo tengo razón, tú no, ¿y ahora qué?

El autor con un estilo directo, ameno y entretenido nos va introduciendo en su método, LEAP: Listen-Empathize-Agree-Partner method (Escuchar-Empatizar-Ponerse de acuerdo-Colaborar).

Según Xabier Amador todos nos enfrentamos a situaciones en las que nuestra posición es radicalmente opuesta a la persona que tenemos en frente. En algunos casos, esas circunstancias pueden frustrar las aspiraciones de ambas partes, impedir el progreso de una de ellas o incluso romper relaciones de parejas. El método LEAP nos ayuda a superar esos conflictos.

Yo tengo razón, tú no, ¿y ahora qué?, presenta el siguiente índice:

  1. Yo tengo razón, tú no. ¿Cómo reconocer cuando se ha llegado a un impasse?
  2. ¿Qué es lo que realmente necesitas?
  3. Aprender a dar para conseguir lo que realmente necesitas.
  4. La psicología del LEAP.
  5. Antes del LEAP. Para y mira a ambos lados.
  6. Escuchar para desarmar.
  7. Empatizar para ganar amistad.
  8. ¿Y ahora qué?
  9. Estar de acuerdo con tu adversario.
  10. Colaborar para conseguir lo que necesitas.
  11. El LEAP para mejorar las relaciones en el hogar.
  12. El LEAP para mejorar las relaciones laborales.
  13. Conseguir con el LEAP que la venta que atiende al público te sirva.
  14. El LEAP para superar la negación.
  15. El LEAP para abrir puertas cerradas.

A continuación, transcribo algunos párrafos e ideas que en su momento me llamaron la atención.

Debes crear una relación positiva con la otra persona si quieres conseguir lo que necesitas. Tienes que transformar al adversario con el que estás discutiendo en un socio que trabaje contigo.

El propósito del método LEAP no es conseguir que tu oponente…acepte que tú tienes razón y que él se equivoca. El objetivo es conseguir que acceda a hacer lo que tú necesitas que haga.

Siempre que nos centramos en el detalle trivial de quién tiene razón, perdemos la visión general del asunto: las cosas específicas que queremos que la otra persona haga, la salud de la relación, los objetivos a largo plazo, y todo eso.

Cuando sientes que te respetan, confían en tí, tienen un buen concepto de tu persona e incluso te quieren, puedes sacar lo mejor de ti mismo: ser abierto, curioso, flexible y estar dispuesto a dar. Y cuando ofreces esto con sinceridad, te devuelven lo mismo.

Cuando hablamos con formas absolutas, cuando acusamos a alguien de nunca hacer esto o aquello, o de estar sin duda equivocado, normalmente no estamos diciendo la verdad (nadie es de una sola manera el ciento por ciento del tiempo) y pedimos una volea defensiva como respuesta.

Es una regla fundamental de la negociación que si quieres que alguien considere tu punto de vista, tienes que asegurarte de que sienta que has considerado seriamente el suyo.

 

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