Ser Comunicación

Vestir tus ideas

Curso académico, año litúrgico, temporada deportiva …, todo inicia su andadura en torno al 21 de septiembre, primer día del otoño y de iniciativas profesionales. Y todos los años es lo mismo. Se recargan las pilas en verano para retomar el camino hacia la prosperidad, ya sea por la senda habitual o por nuevas veredas a explorar.

En algunos casos, esto supone la redacción de proyectos que serán enviados o presentados a la persona responsable, en aquella en la que depositamos nuestra esperanza de lograr el objetivo planteado: conseguir el trabajo.

Debido a que nuestra meta a alcanzar es alta, debemos cubrir nuestra propuesta con la mejor envoltura. En el caso de la redacción, esta debe ser clara, sencilla, limpia, directa y original.

Un buen título que nos indique, con el exacto número de palabras, lo que contiene el documento. Como cualquier titular, éste debe enganchar al lector e incitarle a leer el primer párrafo el cual contendrá información concreta, concisa y completa del proyecto. Nada de generalidades.

Si conseguimos que pase al segundo párrafo, tras haber expuesto información sobre nuestra idea y, por tanto, ajena a su iniciativa, puede ser buen momento para ofrecer datos que le afecten directamente: para qué le sirve, en qué le beneficia, cómo le ayuda o por qué lo necesita. Recordar, una idea por párrafo.

A continuación, explicamos y detallamos el proyecto con la intensidad que consideremos oportuna e idónea. Para facilitar su lectura, se puede ayudar al lector con gráficos, tablas e imágenes que estén directamente relacionadas con la exposición. Nada de banalidades.

Y como conclusión, pues eso, concluir. Esto significa no aportar ninguna cuestión nueva. Cerrar el informe con nuestra propuesta aplicada al entorno de nuestro cliente.

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