Todo acto tiene sus elementos identificatorios que se repiten cada vez que se organiza. En el caso del acto de una firma estos elementos propios son:
- La mesa.
- La pluma.
- La carpeta.
En este breve artículo quiero centrarme en una herramienta que está muy ligada a la pluma. Se trata del tampón secante. Tanto la pluma como el portapapel secante ya no se ven en los actos de firmas de tratados o convenios. En la actualidad, su función es realizada por bolígrafos por una cuestión puramente funcional. Se evitan accidentes.
El tampón secante
Desde una perspectiva romántica, me encantaría que en la firma de importantes acuerdos, ya sean estos oficiales o empresariales, se volviera al uso de la pluma y, en consecuencia, del portapapel secante. Considero que la presencia de estos elementos de escritura otorga a la firma un halo de elegancia, prestigio y solemnidad.
Un ejemplo, cercano en el tiempo, lo podemos ver en la renovación del Tratado de Aquisgrán. Su firma, con pluma y tampón secante, se realizó el 22 de enero del año 2019. Si quieres conocer todo su desarrollo y protocolo aplicado te recomiendo la lectura de Caso práctico: la firma del Tratado de Aquisgrán.
La función del portapapel secante es retirar el exceso de tinta que la pluma ha podido dejar al realizar la rúbrica. De esta manera, se evita el borrón en el papel. Para lograr este objetivo, el ayudante de la firma pasará el tampón por la misma con un movimiento semicircular y fijo.
Una vez usado el tampón secante por la primera firma, se procederá a ofrecer el documento al siguiente firmante y, tras su firma, se volverá a hacer uso del tampón.
Si quieres conocer diferentes movimientos del documento atendiendo al número de participantes en la firma, puedes leer el artículo La firma de convenios.
Fotografía: https://malabo.diplo.de/gq-es/themen/politik/-/2181824
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