Pocos son los personajes públicos que saben hablar ante un auditorio y más en los tiempos actuales. Por esto, cuando uno de ellos nos abandona deja un gran vacío para los que valoran la oratoria y quieren seguir aprendiendo. Es el caso de Steve Jobs, un hombre que pronunció uno de los discursos más aplaudidos de la historia. Fue en el año 2005 y en la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford en California (Estados Unidos). “La muerte es el mejor invento de la vida”, es una de sus máximas.
La sinceridad, la valentía y la humildad son algunas de las cualidades que Steve Jobs aplicaba a sus parlamentos. Y estoy segura que también a sus conversaciones, porque cuando una persona se enfrenta a hablar en público enarbolando esas características es porque las practica en su vida diaria. Si no es así, es imposible porque como se afirma en un refrán español “antes se coge al mentiroso que al cojo”.
Una de las habilidades que debe cultivar cualquier individuo que quiera tener unas relaciones sociales sanas y fructíferas es ser un buen conversador. Es cierto que hay personas que nacen con el don de la palabra, pero es necesario dar sentido y efectividad a esa gracia. Es imprescindible aprender a mantener una interesante y animada conversación en la que todos puedan participar, sin que nadie la polarice o se quede aislado. También hay que saber escuchar y seguir la conversación con atención. En definitiva, un buen conversador es el que consigue que la otra persona se sienta importante, y el que considera el diálogo como una oportunidad para aprender, y no para alimentar su ego.
En 1936 Dale Carnegie desarrolló tres técnicas fundamentales para tratar a la gente:
1. Criticar jamás lleva a resultados positivos.
2. La clave para tratar con los demás está en encontrar lo que realmente quieren y enseñarles cómo conseguirlo.
3. Hablar en términos de lo que los demás quieren nos permite ver las cosas de la forma en que ellos las ven.
En pocas palabras, nos tenemos que interesar por los demás ya que como decía Carnegie, “para ser interesante hay que interesarse”. Todos podemos convertirnos en buenos conversadores, solamente es necesario:
• Interesarse sinceramente por los demás.
• Sonreír siempre con amabilidad sincera.
• Recordar y llamar por el nombre propio.
• Aprender a escuchar.
• Hablar pensando en lo que interesa a los demás.
Creo que nadie puede afirmar que estos cinco puntos son difíciles de conseguir, solamente es necesario practicar a diario y comenzar con las personas con las que tenemos más cercanas. En seguida nos daremos cuenta que actuando de esta manera nuestras relaciones familiares mejoran, nuestras relaciones sociales aumentan y nuestras relaciones profesionales progresan.
Publicado en www.protocoloimep.com