El libro Teoría y estructura del ceremonial y el protocolo de María Teresa Otero Alvarado es una obra básica e imprescindible para todo aquel que esté relacionado con el protocolo.
María Teresa Otero, autora de la primera tesis doctoral sobre protocolo en España, aborda en esta publicación la necesaria fundamentación teórica de las disciplinas del protocolo y del ceremonial y su vinculación con las ciencias sociales, especialmente con la comunicación y las relaciones públicas. También analiza los distintos significados de los términos ceremonial y protocolo, prestando especial atención al protocolo español, sus precedentes, legislación, historia, situación actual y perspectivas de futuro.
La autora, a lo largo de las páginas, incide en el proceso comunicacional de las ceremonias ya que considera que ha generado una específica comunicación no verbal selectiva a través del protocolo, elemento ordenador de los ámbitos espacio-temporales en que se desenvuelven las personas que constituyen el poder establecido en forma de Estado.
La Teoría y estructura del ceremonial y el protocolo entró a formar parte de mi biblioteca en el año 2007, y en su primera lectura me llamaron la atención algunas afirmaciones y contenidos, como las siguientes:
Pues si la fuerza de la ley está refrendada por la capacidad y autoridad del Estado para hacerla cumplir, la tradición y las normas consuetudinarias -que también constituyen fuentes del Derecho-, están respaldadas por el peso social de la comunidad y el consenso establecido secularmente en torno a determinadas cuestiones ceremoniales, rituales y simbólicas.
Se atribuye al Papa Julio II (1443-1513) la primera lista de precedencias conocida, una lista de reyes cristianos (1504) que en verdad parece ser obra de París de Grassis de Bologne, maestro de ceremonias de la capilla papal.
La persona que represente en su cargo a una autoridad superior, no gozará de la precedencia reconocida a ésta, sino de la suya propia, con las excepciones del Jefe del Estado y el Presidente del Gobierno, que han de hacerlo constar expresamente.
El protocolo constituye la ordenación espacio-temporal del ámbito de presencia pública en que se desenvuelve el poder político legítima o ilegítimamente establecido, es decir, el Estado.
Cuando se trata de un acto propio, deberían estar en la presidencia aquellas personas del mismo organismo gracias a las que ha sido posible que se celebre y el resto de autoridades invitadas de otras administraciones limitarse al máximo o situarse fuera de la presidencia.
El protocolo no inventa el lugar que le corresponde a cada uno, le adjudica el que la sociedad le ha reconocido previamente.