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Somos el pueblo de la Pascua

Mensaje de Rafael Palmero Ramos, obispo de la Diócesis de Orihuela-Alicante, para celebrar la Semana Santa 2012.

Queridos diocesanos:

Se acercan los días santos de la Pascua. Nuestra mirada está fija en Jesús, el Hijo de Dios, aquel al que en la Cruz traspasaron. La vida de la Iglesia y, por tanto, también la de cada uno de los cristianos nace abundante de los misterios de la muerte y resurrección de Jesucristo, que actualizamos en el triduo sacro. De la vida de Jesús entregada voluntariamente a la muerte por nuestra salvación brota la esperanza. Lavados en la sangre del Cordero, todos nuestros delitos han sido perdonados y en nuestro Redentor se transforman en gracia y vida abundante. El Señor resucitado es quien nos llama a seguirle como discípulos suyos, como testigos de la Pascua. De Él, hemos recibido cada uno de nosotros una llamada concreta. Vivamos esta vocación con el espíritu de amor y servicio de los reunidos en el cenáculo, con la pasión y la entrega del Gólgota, con la alegría desbordante de la tumba vacía. Así lo canta la Iglesia en la celebración de las horas del tiempo pascual:

“Somos el pueblo de la Pascua, Aleluya es nuestra canción, Cristo nos trae la alegría; levantemos el corazón. […] Sin conocerle, muchos siguen rutas de desesperación, no han escuchado la noticia de Jesucristo Redentor.”

Así es, en verdad. Precisamente en este tiempo difícil que atravesamos es cuando los hombres y mujeres que caminan a nuestro lado esperan más que nunca encontrar en la Iglesia, en nosotros, una auténtica Buena Noticia de resurrección capaz de dar luz y sentido a su vida. Los cristianos hemos de saber compartir con todos a este Cristo Salvador. El anuncio sólo será creíble si va acompañado de nuestras buenas obras, de la auténtica caridad fraterna. Obras son amores, dice el refrán castellano. “Misioneros de la alegría, de la esperanza y del amor, mensajeros del Evangelio, somos testigos del Señor.”.

Impulsados por la fuerza del Espíritu salgamos pues, a los caminos del mundo con el corazón transformado por Jesús. No podemos olvidar que sólo en Él y con Él podemos encontrar una auténtica vida resucitada. Una vida que necesariamente pasa por la entrega en el amor, la entrega de la Cruz. El secreto de la verdadera alegría, os decía en Navidad, con palabras del Papa, no consiste en tener muchas cosas, sino en sentirse amados por el Señor, en hacerse don para los demás y en quererse unos a otros.

Santa María camina a nuestro lado. La Virgen dolorosa que ofrece su Hijo al Padre en el ara del Calvario al pie de la Cruz, es también para nosotros la Madre gloriosa que canta exultante de gozo la alegría de la Resurrección. Es la Madre de la Iglesia, mujer creyente, fiel, siempre tras los pasos de Cristo y al lado de los discípulos de su Hijo. Os invito a esperar orantes junto a ella, la efusión del Espíritu.

En unión de oraciones siempre y con el más sincero afecto,

+ Rafael Palmero Ramos Obispo de Orihuela-Alicante

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