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Solo los tontos se burlan del protocolo

El primer ministro del Gobierno de la República de Francia tiene su residencia oficial fijada en un bello e histórico edificio conocido con el nombre Hôtel de Matignon. Una edificación construida entre los años 1722 y 1724 y con una historia muy relacionada con el protocolo.

Esta mansión ha tenido varios ilustres propietarios, entre ellos Charles Maurice de Talleyrand, un político y diplomático francés muy influyente a finales del siglo XVIII y principios del XIX.

¿Quién fue Talleyrand?

Charles Maurice de Talleyrand procedía de una familia aristocrática que le obligó a realizar la carrera eclesiástica, sin tener vocación para ello. Su familia le «convenció» no por motivos religiosos ni nobles, sino todo lo contrario. Querían apartarlo del ambiente nobiliario y social. Y, ¿por qué? Porque Talleyrand sufría el síndrome de Marfan, una enfermedad calificada como rara, ya que quien la padece sufre un aumento inusual de la longitud de sus miembros, entre otros síntomas. Por ejemplo, las manos de estas personas pueden medir hasta cuarenta y cinco centímetros, su cara presenta estructura estrecha y delgada o el tórax en forma de embudo o quilla.

Sin embargo, los familiares de Talleyrand no tuvieron en cuenta su, supuesta, ambición y falta de escrúpulos ya que se aprovechaba de su posición para realizar actividades poco lícitas. Este comportamiento le valió la excomulgación, siendo ya obispo, por parte del papa Pío VI en 1791.

Unos años después, en 1808, Talleyrand se hizo con el Hôtel de Matignon convirtiéndolo en uno de los edificios más emblemáticos y codiciados de la época por sus cenas y bailes protagonizados por la alta burguesía europea.

Precisamente, en una de estas fiestas, Talleyrand pronunció una frase que se ha convertido histórica en el ámbito del protocolo, ya que dio con la esencia del mismo:

Solamente los tontos se burlan del protocolo. Simplifica la vida.

Reflexión

Todos aceptamos, sin reparo alguno, cualquier ayuda que nos facilita la vida diaria y cotidiana: lavavajillas, lavadora, secadora, Roomba, etc. En definitiva, aceptamos de buen grado todo aquello que nos simplifica la vida. Pero, además, somos capaces de estudiar guías de funcionamiento intragables para conseguir que los electrodomésticos nos ayuden y, de esta manera, mejorar nuestro día a día.

Si somos capaces de realizar este esfuerzo, ¿nuestras relaciones sociales no se lo merecen también?

Hay que recordar que el ser humano es por naturaleza sociable. Cuantas más relaciones sociales saludables tiene el hombre, más feliz se encuentra y más se realiza como persona. Y, ¿cuánto tiempo dedicamos a aprender a relacionarnos con los demás?

Sería una buena idea que parte del tiempo que ganamos gracias a los aparatos que nos ayudan, lo dedicáramos a los demás, a relacionarnos con los demás, a hacer protocolo social. Pero, ¿sabes que es el protocolo social? Te lo explico en el artículo ¿Qué entendemos por protocolo social?

Y para conseguir un buen resultado en nuestras relaciones, hay que seguir unas reglas que hay que conocer, porque como digo Dale Carnegie, «todo tiene reglas para conseguir su objetivo». Unas de estas reglas puedes leerlas en el artículo Los buenos modales y sus indicadores.

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