Como señalo en el artículo «Declinar una invitación» publicado en el diario digital Siglo XXI, por declinar se entiende rechazar cortésmente una invitación. Y este tacto a la hora de rehusar una invitación responde a que no tenemos que olvidar que estamos dando una mala noticia al anfitrión del acto.
Es cierto que al enviar una invitación el emisor de la misma se enfrenta a dos respuestas, confirmación o declinación. Además, dichas respuestas deben corresponder al estilo de la invitación. Es decir, si esta se ha realizado por carta, la declinación se realizará a través de una misiva, la cual debe responder a una estructura concreta.
Las cartas para declinar alguna invitación deberán contener una expresión de estimación por la invitación y una expresión de pena por no poderla aceptar. Dar una explicación de las circunstancias que impiden la aceptación ayuda a demostrar que la pena es sincera. El mensaje deberá combinar la cordialidad con el tacto.
Redacción, desde cuestiones gramaticales hasta el informe formal extenso
En consecuencia, una carta de declinación debe recoger:
- Expresión de estimación por la invitación.
- Expresión de pena por el rechazo.
En referencia a excusarse, considero que si el anfitrión recoge en su invitación el motivo por el cual invita al receptor de la carta, este también deberá explicar en su respuesta el motivo de su declinación. Si, por el contrario, la invitación no recoge dicha información, el receptor no debe sentirse obligado a justificar su falta.
La excusa
En el caso de tener que dar explicaciones, el «pretexto o la excusa deben escogerse con tacto, mostrándose sinceramente disgustados y especificando los motivos de la negativa», podemos leer en La palabra adecuada.
Y, por supuesto, esta declinación no debe contener la crítica a otro de los invitados del anfitrión. Esta actuación es una falta de respeto hacia el organizador del acto. Y, en consecuencia, dicha carta deja de ser una declinación, ya que este término conlleva rechazar una invitación de manera cortés. Recordemos que la cortesía en protocolo social hace referencia al comportamiento humano que se ajusta al respeto y a las buenas costumbres.
Por desgracia, esta mala praxis la encontramos en al ámbito oficial. En esta ocasión traigo como ejemplo la carta de declinación de la presidenta del Parlamento de Cataluña, Laura Borrás, dirigida al director general de GSMA, Mats Granryd.
El anfitrión invita a la presidenta a la cena de inauguración del Mobile World Congress de 2021. Y la invitada le envía una carta de declinación, fechada dos días antes del acto, rechazando la invitación porque la cena está presidida por una autoridad oficial a quien acusa de represor.
Com a presidenta del Parlament, no és convenient asistir a un acte social presidit pel cap de l´estat espanyol; un estat que manté uns alts nivells de repressió contra representants poítics i ciutadans de Catalunya.
Es de Perogrullo que las faltas de respeto y descortesía no tienen cabida en ningún ámbito, ni familiar, social o profesional. Y en el protocolo oficial esto es aún más grave, si cabe, al considerar que las autoridades oficiales deben ser ejemplo para la comunidad a la que gobiernan, independientemente de su ideología y credo.
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