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Profesores y alumnos vuelven al cole, y ¿la educación?

Si preguntamos a los más pequeños por sus ganas de comenzar el colegio, la mayoría de ellos contestarán que lo están deseando. El porcentaje cambia conforme va aumentando la edad de los alumnos. Y esto sucede año tras año. Y en todos los inicios de septiembre, o de curso, los medios de comunicación nos muestran dichas declaraciones. Siempre es la misma información, el mismo punto de vista. Algunas veces incluyen la alegría de una madre por “volver a la normalidad”. Pero, ¿y los profesores? ¿Ellos no son parte de esta realidad? ¿Por qué no se les pregunta por sus deseos de comenzar las clases? Quizás porque sus respuestas nos sorprenderían o porque nos asustarían o ¿por qué no conviene que los profesionales de la educación muestren al comienzo del curso la seriedad de la formación a la sociedad que se conforma con lo anecdótico?

La Ley 4/2011, de 30 de junio, de convivencia y participación de la comunidad educativa de la Comunidad Autónoma de Galicia muestra su “convicción de que sin un ambiente de convivencia en los centros educativos basado en el respeto mutuo no es posible dar cumplimiento a los fines de la educación ni permitir el aprovechamiento óptimo de los recursos educativos que la sociedad pone a disposición del alumnado y, por tanto, de las familias”. En otras palabras, la buena educación.

Creo en la eficacia de enseñar desde el colegio los buenos modales antes que educar para la ciudadanía porque considero que para ser buen ciudadano es imprescindible ser buena persona antes. Como decía Sófocles:” El que es bueno en familia, es también buen ciudadano”.

Según datos del Defensor del profesor, durante el curso 2009/2010 el 20% de los docentes sufrieron faltas de respeto, el 17% fue objetivo de insultos, el 22% fueron acosados y amenazados por los alumnos. Pero estos datos no me sorprenden nada cuando se conoce que el 24% de los profesores, porcentaje que va aumentando cada curso académico, han padecido el acoso y las amenazas de padres de alumnos. Esas cifras sólo se pueden reducir con una educación en modales y en valores para toda la comunidad educativa. Porque si estos datos nos asustan ¿podemos hacernos una idea de la estadística que en un futuro los hijos de estos alumnos van a protagonizar?

Todos conocemos nuestros derechos o nos cuesta muy poco ponernos al día sobre ellos. Pero, ¿y nuestros deberes? Voy a poner como ejemplo las obligaciones que marca la ley de convivencia de Galicia.

Deberes que los padres deben cumplir hacia sus hijos:

  • Conocer, participar y apoyar la evolución de su proceso educativo, en colaboración con el profesorado y con los centros docentes.
  • Conocer las normas establecidas por los centros docentes, respetarlas y hacerlas respetar, así como respetar y hacer respetar la autoridad y las indicaciones u orientaciones educativas del profesorado en el ejercicio de sus competencias.
  • Fomentar el respeto por los restantes componentes de la comunidad educativa.
  • Colaborar con los centros docentes en la prevención y corrección de las conductas contrarias a las normas de convivencia de sus hijos o hijas o pupilos o pupilas.

Deberes que los alumnos deben cumplir:

  • Participar y colaborar en la mejora de la convivencia escolar y en la consecución de un adecuado clima de estudio en el centro, respetando el derecho de sus compañeros o compañeras a la educación.
  • Respetar la dignidad y las funciones y orientaciones del profesorado en el ejercicio de sus competencias, reconociéndolo como autoridad educativa del centro
  • Respetar la libertad de conciencia, las convicciones religiosas y morales, la igualdad de derechos entre mujeres y hombres y la dignidad, integridad e intimidad de los restantes miembros de la comunidad educativa
  • Respetar las normas de organización, convivencia y disciplina del centro docente.
  • Conservar y hacer un bueno uso de las instalaciones y materiales del centro.
  • Intervenir, a través de los cauces reglamentarios, en todo aquello que afecte a la convivencia de sus respectivos centros docentes.
  • Seguir las directrices del profesorado respecto a su educación y aprendizaje.
  • Asistir a clase con puntualidad y con el material preciso.

Deberes que los profesores deben cumplir:

  • Respetar y hacer respetar las normas de convivencia escolar y la identidad, integridad y dignidad personales de todos los miembros de la comunidad educativa.
  • Adoptar las decisiones oportunas y necesarias para mantener un adecuado ambiente de convivencia durante las clases y las actividades y servicios complementarios y extraescolares, corrigiendo, cuando le corresponda la competencia, las conductas contrarias a la convivencia del alumnado o, en caso contrario, poniéndolas en conocimiento de los miembros del equipo directivo del centro.
  • Colaborar activamente en la prevención, detección y erradicación de las conductas contrarias a la convivencia y, en particular, de las situaciones de acoso escolar.
  • Informar a las madres y padres o a las tutoras o tutores sobre el progreso del aprendizaje e integración socioeducativa de sus hijos o hijas o pupilos o pupilas, cumpliendo las obligaciones de disponibilidad dentro del horario establecido en el centro para la atención a los mismos que le imponga la normativa de aplicación.
  • Informar a los responsables del centro docente y, en su caso, a la Administración educativa de las alteraciones de la convivencia, guardando reserva y sigilo profesional sobre la información y circunstancias personales y familiares del alumnado.

Si cada uno de nosotros ejerciéramos el papel que nos corresponde con responsabilidad y sentido común estoy segura que esta clase de leyes no nos harían falta.

Esta tarde me he reencontrado, tras el mes de agosto, con un amigo por las calles de mi ciudad. Casualidad que su mujer va a ser la profesora de este año de mi hijo. Hablando sobre este asunto ha comentado que a Carmen le esperan 27 fieras fuera de control tras el verano. Y bastante razón tiene y bastante miedo tengo de imaginarme en esa situación. Como este conocido me ha explicado en el colegio se enseña, no se educa. Esta es la clave. Los padres no debemos relajarnos en nuestro deber de educar a nuestros hijos a saber comportarse en cualquier momento y situación. No podemos tener la cara dura de exigir a los profesores o a nuestros gobernantes que asuman nuestra responsabilidad.

Puedo parecer una anticuada pero las famosas cartillas de urbanidad deberían volver a formar parte de los libros escolares y de la biblioteca familiar. Gracias a ellas mis padres me enseñaron las respuestas a las siguientes preguntas:

¿Qué hace el niño bien educado al llegar al colegio?

Va a saludar cariñosamente y con pocas palabras al señor maestro.

¿Cómo se porta en cuanto se da la señal de ir a clase?

Suspende el juego y la conversación, y se encamina al aula en la forma que está mandado.

¿Cuál es la mayor obligación del discípulo?

Respetar y obedecer a su maestro.

¿Cuál es la falta que más suele molestar en el colegio?

La falta de silencio, porque estorba a muchos y hace perder tiempo.

Creo que nadie puede decir que estas normas son ofensivas y que forman parte del rancio pasado. Los buenos modales y la correcta educación no entienden de modas sino de eficacia y de progreso que sólo se conseguirá trabajando en equipo la comunidad educativa.

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