Una llamada de teléfono interesándose por un curso sobre protocolo me comunica su preocupación por la clase sobre técnicas de hablar en público. En concreto, su duda era si tenía que hacer alguna práctica en clase sobre esta materia y, al respecto, me afirma que si es así no puede realizar el curso.
Hacía tiempo que nadie me manifestaba en primera persona su miedo a dirigirse a un grupo de personas. Y esto me hizo recordar que las personas tienen más miedo a hablar en público que a la muerte, frase que se puede escuchar en la película American Gangster.
Este miedo se manifiesta de diferentes maneras: paralización, sudor, temblor, tartamudeo, quedarse en blanco e incluso conocí el caso de una chica que le daban ataques de risa.
Nadie puede evitar esta ansiedad pero si podemos controlarla si realmente queremos ponerle solución o, por lo menos, aminorarlo.
En casos generales, y sin llegar a ser crónicos, mostramos miedo a hablar en público por vergüenza y por ridículo. Sin embargo, estos sentimientos pueden desaparecer si nos preparamos a conciencia para el discurso.
La preparación necesaria, para lograr que ese miedo vaya desapareciendo tras los primeros cinco minutos de disertación, se basa en conocer el tema y en la práctica.
Nadie con dos dedos de frente se coloca tranquilo delante de un auditorio si no conoce el tema sobre el que va a hablar. Quien actúa de esta manera es un insensato y, lo que es peor, muestra muy poco respeto por su audiencia.
Cuanto más conocemos una materia, más seguros y tranquilos nos encontramos hablando sobre ella. Por esta razón, cuanto más nos preparemos el discurso menos miedo nos dará compartir nuestros conocimientos.
Y el siguiente paso es la práctica. Practicar delante de un espejo, en voz alta, grabándonos… de la manera que quieras y con el método que mejor te resulte, pero practicar. Tenemos que darnos cuenta que cuantas más veces practicamos, más veces hemos «vivido» ese día y por lo tanto nos vamos familiarizando con el.
Preparación y práctica, son dos pilares necesarios para vencer el miedo a hablar en público. Nadie nos puede asegurar que el miedo inicial vaya a desaparecer, al contrario nunca lo hará porque es una reacción natural del cuerpo ante una situación inusual, pero sí podemos disfrutar mientras hablamos a nuestro público tras superar esos cinco primeros minutos.