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Pentecostés y la Santa Misa

Nos encontramos en el tiempo litúrgico de la Pascua que finalizará dando paso a Pentecostés, la celebración de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y que todos los años cambia de fecha. En este año, la fiesta litúrgica de Pentecostés se celebra el domingo 4 de junio.

El color litúrgico destinado a Pentecostés es el rojo.

Litúrgicamente, Pentecostés es la celebración de la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles y, de su presencia constante en la Iglesia. Se trata de uno de los domingos más importantes de la Iglesia y, como tal, se celebra la Eucaristía.

La liturgia de la Eucaristía.

La liturgia de la Eucaristía sigue la estructura fundamental marcada en una carta del siglo II y que se agrupa en dos grandes momentos:

  1. La liturgia de la palabra: las lecturas, la homilía y la oración universal.
  2. La liturgia eucarística: la presentación del pan y del vino, la acción de gracias consecratoria y la comunión.

Durante la liturgia de la palabra se lee el Antiguo Testamento y los Evangelios. Tras esta lectura, se de paso a la homilía y, seguidamente, a las intercesiones.

En referencia a la liturgia eucarística, comienza con la presentación de las ofrendas y tras esta se produce el prefacio, es decir «la Iglesia da gracias al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, por todas sus obras, por la creación, la redención y la santificación», explica la rúbrica 1352 del Catecismo de la Iglesia católica.

En la epíclesis, el sacerdote celebrante, mediante una plegaria eucarística, pide al Padre que envíe el Espíritu Santo sobre el pan y el vino, para convertirlos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Seguidamente, se reza el Padre Nuestro, se fracciona el pan y, finalmente, se celebra la comunión de los fieles.

En resumen, la celebración eucarística comprende siempre la proclamación de la Palabra de Dios, la acción de gracias a Dios Padre, la consagración del pan y del vino y la participación de los fieles en el banquete litúrgico por la recepción del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Todos estos elementos, este protocolo, conforman un solo acto de culto, la Santa Misa.

 

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