Las exequias son una celebración litúrgica de la Iglesia y sus ritos, según el Catecismo, «expresan el carácter pascual de la muerte cristiana y responden a situaciones y a la tradición de cada región».
Los fieles difuntos deben recibir exequias eclesiásticas conforme al derecho ya que a través de este sacramental «la Iglesia obtiene para los difuntos la ayuda espiritual y honra sus cuerpos, y a la vez proporciona a los vivos el consuelo de la esperanza», señala el Código de Derecho Canónico.
La celebración.
El ritual de los funerales de la liturgia romana establece tres tipos de celebración de las exequias en relación con tres lugares:
- La casa: la celebración prevé tres «estaciones», en la casa del difunto, en la iglesia y en el cementerio.
- La iglesia: esta contempla dos «estaciones» en la capilla del cementerio y junto al sepulcro.
- El cementerio: con una «estación», en la casa del finado.
Las exequias de fieles deben celebrarse en la iglesia parroquial del difunto.
Los momentos más importantes del desarrollo de las exequias son cuatro:
- La acogida de la comunidad.
- La Liturgia de la Palabra.
- El sacrificio eucarístico.
- El adiós.
El féretro.
La ubicación del féretro en la iglesia está sujeta a unas normas.
Cuando se trata de un ministro de la Iglesia, el cuerpo se coloca mirando a la comunidad de fieles, tal y como el difunto hacia en vida. Si el fallecido es un laico, este también se situará como hacia en vida, es decir, mirando al altar.