Hace un tiempo salió a la luz mediática la negativa de un sacerdote a que durante la celebración litúrgica de las exequias de un padre de familia se entonase por un grupo de mariachis: No tengo trono ni reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el rey.
Este suceso ocurrió en Alcabre, parroquia del municipio de Vigo, y en un cementerio parroquial. Se puede leer la noticia en el Faro de Vigo y también se comentó en Julia en la Onda, y las opiniones vertidas sobre la información van en detrimento del cura oficiante.
Ustedes pueden leer la información publicada y colgada en internet. Yo simplemente voy a recordar los siguientes puntos:
- El funeral en la Iglesia católica es una celebración litúrgica, por lo tanto tiene su correspondiente rito.
- El cementerio parroquial está bendecido, por lo tanto se trata de un lugar sagrado.
- El canto gregoriano es el propio de la liturgia. También se incluye dentro de la celebración de los oficios divinos los demás géneros de música sacra, en particular la polifonía.
A estos tres pilares quiero añadir dos artículos de la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia.
- El artículo 118 sobre el canto religioso popular: “Foméntese con empeño el canto religioso popular, de modo que en los ejercicios piadosos y sagrados y en las mismas acciones litúrgicas, de acuerdo con las normas y prescripciones de las rúbricas, resuenen las voces de los fieles.
- El artículo 119 sobre la estima de la tradición musical propia: “Como en ciertas regiones, principalmente en las misiones, hay pueblos con tradición musical propia que tiene mucha importancia en su vida religiosa y social, dése a esta música la debida estima y el lugar correspondiente no sólo al formar su sentido religioso, sino también al acomodar el culto a su indiosincrasia”.
Por lo tanto, y tomando como referencia lo expuesto hasta ahora, por mucho que los familiares quisieran que la canción mexicana El Rey “sonase justo cuando el féretro entrase en el nicho”, se equivocaron de lugar y de ceremonia.
También me ha llamado la atención una frase que aparece en la noticia de Faro de Vigo: “Aún encima de que le pagamos una misa de 45 minutos que no fue precisamente barata, no nos deja elegir cómo queremos organizarla”.
Este hecho pone de manifiesto el escaso y pobre conocimiento que determinadas personas tienen de su fe o práctica religiosa. Las celebraciones litúrgicas, así como los sacramentos, no son eventos que el fiel organiza a su gusto y preferencia. Son acción cultual pública y legítima que es realizada por persona designada por la Iglesia y ejecutada en representación de la misma.
Por cierto, existe una canción cristiana titulada “La muerte no es el final” correcta para las exequias. Os transcribo un fragmento: Cuando la pena nos alcanza por un hermano perdido, cuando el adiós dolorido busca en la Fe su esperanza. En Tu palabra confiamos con la certeza que Tú ya le has devuelto la vida, ya les has llevado a la luz.