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La Rosa de Oro, regalo pontificio

El papa Francisco ha entregado la tercera Rosa de Oro a la Virgen de Fátima el pasado 13 de mayo de 2017, las ocasiones anteriores fueron en 1965 con Pablo VI y en 2010 por Benedicto XVI.

La Rosa de Oro es un regalo pontificio «premio de la Santa Sede por sus benemerencias religiosas», declara el Santo Padre Pablo VI en el año 1966, cuando se concedió la Rosa de Oro a la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en México.

La Rosa de Oro está confeccionada en plata con un baño de oro y representa a un rosal con flores, botones y hojas, todo ello colocado en un vaso de plata de estilo renacentista y con el escudo papal.

Todos los años la Rosa de Oro es bendecida por el Papa el cuarto domingo de Cuaresma, denominado Laetare. La Rosa en ungida con el Santo Crisma y se la inciensa, quedando consagrada.

La bendición se realiza en la Basílica de San Pedro, aunque anteriormente el rito también se ha llevado a cabo en la Basílica de Santa Cruz de Jerusalén, en la Archibasílica del Santísimo Salvador y de los Santos Juan Bautista y Juan Evangelista en Letrán o en Avignon (Francia).

No se trata de una distinción anual y a lo largo del tiempo ha sido entregada a iglesias, países, ciudades, gobernantes y entidades individuales que han demostrado una especial fidelidad a la fe. Antiguamente la Rosa de Oro también se concedía a las reinas, entre ellas Isabel la Católica, María Luisa Gabriela de Saboya, María Cristina de Austria, Victoria Eugenia o Isabel II.

Tras la reforma del Concilio Vaticano II la Rosa de Oro solamente es concedida a santuarios y desde esta circunstancia se ha concedido en 23 ocasiones, la última al Santuario de Fátima.

El significado de la Rosa de Oro

La Rosa de Oro representa la alegría de la Iglesia triunfante y de la Iglesia militante, también referenciada como «la doble Jerusalén», señala Aura Miguel quien añade que se trata de la «flor de Jericó, considerada como la alegría y la flor de todos Los Santos».

El papa Juan XXIII escribió que la Rosa de Oro es «símbolo de la virtud y de la gracia con que quiere adornarse toda alma cristiana»  y «que brilla por la caridad y que tiene la suave fragancia de todas las virtudes cristianas; ella estimula a todos a cultivar con el ejemplo la forma más sublime de la santidad».

También el papa Inocencio III se refirió a la Rosa de Oro con las siguientes palabras:

La función de hoy está completamente llena de alegría y rebosa gozo. Esto está también figurado en las propiedades de esta flor que presentamos a vuestros ojos: la caridad, en el color; la bondad, alegría en el perfume; la saciedad, en el gusto. Pues la rosa, más que todas las flores, alegra con su color, reconforta con su perfume y nos llena con su sabor.

Una tradición del siglo VI

Parece ser que la Rosa de Oro tiene su origen en el siglo VI con Carlomagno «para anunciar la Pascua ya próxima y adornar el altar el día de la Resurrección», explica Luis Felipe García Álvarez quien añade que

Su Santidad León IX en 1049, decide que la Rosa, hasta ahora natural, sea bañada en oro para convertirla además en una distinción especial y suplantar la antigua práctica de enviar a los gobernantes católicos «Llaves de Oro del Confesional de San Pedro», una costumbre introducida en el siglo VIII, así como la antigua costumbre de dar la «espada con el escudo pontificio» a militares distinguidos, o bien, para distinguir a algún Santuario y, provocar la comunión y fidelidad con la Santa Sede.

El encargo de llevar la Rosa de Oro a aquellos que residían fuera de Roma era llevado a cabo por cardenales, nuncios o delegados apostólicos por encargo del papa y recibían el título pontificio de Legado, Portador o Guardián de la Rosa de Oro, nombramiento que desapareció en 1965.

La fotografía que ilustra esta entrada está recogida de la página digital Televisa News.

©Portugal Bueno, 2017

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