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La cara y cruz del periodismo local

El Premio Internacional de Periodismo Manu Leguineche tiene como objetivo reconocer la labor de periodistas en materia de defensa de la libertad de expresión e información, el rigor, la ética y la deontología profesional y la pluralidad. En definitiva, la razón de ser del periodismo. Sin embargo, estas cualidades, en su conjunto, brillan por su ausencia. Es el caso del periodismo local. Hay que tener muy claro que los periodistas son trabajadores que como todos tienen jefes, cuyo objetivo es conseguir resultados, generalmente económicos. Y en periodismo, sobre todo en periodismo local, la calidad no es rentable. La calidad periodística se traduce, no en ruedas de prensa ni notas de prensa, sino en entrevistas y reportajes. Y ¿esto qué significa? Tiempo y preparación, elementos de los que carecen los periodistas locales.

Esta situación la conoce muy bien Ana Riquelme, directora del semanario Activa Orihuela, y defensora del periodismo local. Ana Riquelme reconoce, y lamenta, que este tipo de periodismo se basa, principalmente, en ruedas de prensa, notas de prensa y agencia. Lo contrario a lo que nos gusta realmente a los periodistas: hacer entrevistas e investigar reportajes.

Ana, siempre me ha gustado el periodismo local por la cercanía que el periodista tiene con la gente. Sin embargo, tiene grandes inconvenientes. Dos de ellos son la premura del tiempo y la escasez de profesionales. ¿Se puede hacer en estas condiciones un buen periodismo?

Posible sí que es, sólo que escasea bastante. Como bien apuntas, la escasez de tiempo y de profesionales juega en contra de un periodismo de calidad y, cuando digo, calidad, me refiero a riguroso, veraz y objetivo, sin manipulaciones y con un estilo cuidado y chispeante. Desgraciadamente, siempre resulta más fácil, por los factores que tú apuntas, recurrir al copiar y pegar las notas de prensa que se reciben en una redacción, sin apenas contrastar la información y olvidando la premisa de imparcialidad que exige la ética de esta profesión. Y estos inconvenientes a los que se enfrenta el periodismo local los conocen y manejan muy bien, con bastante eficacia diría yo, los poderes públicos, que tratan de mantener repleta, día tras día, la agenda del periodista para no dejarle margen alguno de maniobra. Y es que el periodista ocupado, que apenas tiene que plantearse qué temas tratar, resulta muy fácil de manipular. Que un periodista llegue cada mañana a la redacción sin ruedas de prensa en la agenda da pie a que se plantee posibles informaciones ‘non gratas’. En definitiva, lo verdaderamente emocionante de este mundo debe ser siempre la búsqueda de informaciones propias, surgidas del contacto con los ciudadanos, sus problemas, inquietudes, necesidades…. Por supuesto, esto siempre se puede compaginar con recoger la información que emana de las administraciones públicas, pero no que esta última devore el instituto que todo periodista debe cuidar y desarrollar y que le permite discernir lo verdaderamente noticiable de lo que no lo es.

¿Crees en la objetividad del periodista?

En el sentido literal de la palabra, no. Creo que la objetividad debe ser más bien el fin que todo periodista debe perseguir, partiendo, eso sí, de la obviedad de que su propia concepción del mundo e interpretación de los hechos le alejan de la misma. Los periodistas somos mediadores. Recogemos la noticia y la trasladamos al ciudadano. Entre ambos pasos, se sitúa siempre el prisma del propio periodista. Ahora bien, si se es consciente de esto, es más fácil, si no lograr la objetividad pura, por decirlo de algún modo, sí acercarse a ella. Insisto en que la objetividad debe ser siempre la meta de todo periodista. De esta forma, será más difícil que pueda ser manipulado por terceros.

El secretario de prensa de George Bush, Martin Fitzwater, da el siguiente consejo: “Trate a los periodistas como profesionales y serán sus amigos. Tráteles como “amigos” y le traicionarán siempre”. ¿Comparte esta opinión?

Por completo. Siempre he pensado que el periodista y el político o gobernante deben mantener una distancia respetuosa. Cada uno debe saber cuál es su sitio y mantener el respeto. Si esto se pierde, cabe la posibilidad de que el político o gobernante deje de atenderte con deferencia y el debido respecto, además de proyectar una mala imagen a la sociedad. Porque un periodista que frecuenta círculos políticos o de poder como quien frecuenta  a una pandilla de amigos pierde toda credibilidad. Y lo mismo pasa al contrario. A todos nos gustan que nos traten con educación y con respecto, si esto se pierde es difícil que la relación profesional pueda llegar a buen puerto.

¿Cuál es la mayor carencia que tiene el periodismo local actualmente?

En términos generales, la actual crisis económica y financiera y la caída de los ingresos publicitarios está agravando todavía más la ya complicada situación del periodismo local. Si antes los recursos eran escasos por el reducido tamaño de las empresas, ahora lo son todavía más. Casi todas las empresas del sector han tenido que reducir sus plantillas y frenar las inversiones en tecnología. Esto, como en todo, tiene una repercusión negativa evidente: la pérdida de calidad del periodismo local y la falta de frescura. Si a ello le sumamos la elevada morosidad de las administraciones públicas, la situación es bastante preocupante. En el sector en el que yo me muevo, el de la prensa escrita gratuita, la única alternativa viable en la actualidad es, a mi modo de entender, hacer un periodismo muy local, casi de barrio, para cubrir un nicho de mercado apenas explotado y optar por primar las ediciones digitales frente a las de papel. Ahora bien, en ciudades como Orihuela, este tránsito a las ediciones digitales ha de ser progresivo, porque todavía hay un nivel considerable de ciudadanos que no manejan las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Pero todo llegará.

Confío que este deseo se cumpla, al igual que desaparezca algún día los premios por hacer un periodismo de calidad y, se premie solamente por la categoría de la noticia ofrecida al lector.

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