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Espíritu olímpico también en las gradas

Pronto comenzará el curso académico 2016-2017 y, a su vez, los entrenamientos deportivos y los fines de semana sentados en las gradas animando a nuestro equipo y angustiándonos con ellos. En alguna ocasión se vuelve a casa dando la enhorabuena a los deportistas por su juego, por su comportamiento y actitud en la pista, pero en otras es necesario consolar y animar a los jugadores a seguir entrenando para afrontar el siguiente encuentro con ánimo y confianza.
Se trata de fines de semana en donde tanto los hijos como los padres disfrutamos, sufrimos, enseñamos y aprendemos.
En este ambiente, la afición tiene la responsabilidad de inculcar, sobre todo en los equipos escolares, cómo debe ser el comportamiento desde el graderío. Y este se fundamenta en una actitud respetuosa hacia ambos equipos. Creo que este conocimiento no lo ha recibido, o asumido, parte del público presente en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Desde el inicio de las Olimpiadas me está llamando la atención el comportamiento del público en las diferentes disciplinas deportivas, al igual que a los comentaristas. Incluso, sobre este asunto, se ha pronunciado el portavoz del Comité Olímpico Internacional (COI): «El representante del comité Río 2016, Mario Andrada, ha remarcado que abuchear no es apropiado en una competición olímpica y ha prometido que se intensificará el trabajo en las redes sociales para concienciar a los brasileños sobre la necesidad de respetar a los rivales», se lee en una noticia de un medio de comunicación que puede leer íntegra pinchando aquí.
Uno de los principios fundamentales del Olimpismo es la afirmación de que este es «una filosofía de la vida, que exalta y combina en un conjunto armónico las cualidades del cuerpo, la voluntad y el espíritu. Al asociar el deporte con la cultura y la formación, el Olimpismo se propone crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo y el respeto por los principios éticos fundamentales universales», señala la Carta Olímpica. Las Olimpiadas se convierten en una ocasión excepcional para educar en los valores de la excelencia, la amistad y el respeto.
Esta conducta debe ser practicada por todo aquel que forma parte de unos Juegos Olímpicos y de esta manera contribuir a fortalecer el espíritu olímpico tanto dentro como fuera de las pistas de competición. Además, es necesario recordar la cobertura informativa que estos juegos tienen a nivel mundial, lo que ayuda a proyectar su mensaje en los cinco continentes.

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