El artículo 2 de la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial define esta expresión como «los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural.» Este patrimonio cultural inmaterial engloba a:
- Las tradiciones y expresiones orales.
- Usos sociales, rituales y actos festivos.
Y precisamente en estos ámbitos tanto el protocolo como el ceremonial están presentes.
También en España tenemos normativa al respecto. Se trata de la Ley 10/2015, de 26 de mayo, para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. En esta ley se recuerda como la Constitución Española del año 1978 es pionera, en el ámbito europeo y en el contexto constitucional, en su defensa al patrimonio inmaterial: «Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.»
Esta competencia también es ejercida por las comunidades autónomas. Precisamente la Comunidad Autónoma de Extremadura ha iniciado un expediente para la declaración de bien de interés cultural, de carácter inmaterial, a favor de la Danza y la Fiesta de la Virgen de la Salud, de Frenegal de la Sierra, en Badajoz. Esta resolución, publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) del 11 de octubre de 2016, afirma que «es un ritual vivo gracias al concurso de una hermandad, que vela por su continuidad, pero también por la participación y el reconocimiento como fiesta especialmente importante en la configuración de la identidad local.»
De esta afirmación me quedo con los términos ritual vivo e identidad local.
Una fiesta local pervive en una comunidad cuando esta es imagen de la identidad de dicha sociedad y cuando es aceptada por la misma. Es decir, una tradición sigue vigente porque sus destinatarios la acogen y la mantienen. Las costumbres locales no permanecen, o desaparecen, porque así lo determina el estamento político, sino porque así lo decide el pueblo. Lógicamente la autoridad oficial ayuda a que, si tienen el apoyo ciudadano, las fiestas tradicionales se mantengan gracias a normas como las anotadas anteriormente.
En este sentido, el protocolo también puede ayudar ya que con la redacción de su ceremonial se consigue que la tradición no se desvirtúe.