Ser Comunicación

El orador que todo abogado debe llevar dentro

Derecho administrativo, mercantil, civil, procesal y financiero son algunas de las asignaturas que conforman la licenciatura de Derecho. Una carrera universitaria que, atendiendo a las razones de por qué estudiar Derecho hoy en la Universidad de Navarra, “ayuda a desarrollar habilidades y aptitudes muy útiles en la vida, como la capacidad de análisis, búsquedas de soluciones a problemas complejos aplicando la Ley, junto a los principios de justicia y equidad, mejora la capacidad de expresión y argumentación oral y escrita, así como la Retórica y la Oratoria”. Sin embargo, a fecha de hoy todavía no existen en esta licenciatura asignaturas de retórica y oratoria, tal y como comenta Rafael Martínez-Campillo García, abogado y técnico urbanista. Por lo menos, resulta paradójico.

Rafael Martínez-Campillo asegura, y convence, que en el ejercicio de la abogacía actual es imprescindible el conocimiento y la práctica de las técnicas de oratoria de grupo, o lo que es lo mismo, oratoria deliberativa.

Rafael, ¿un abogado es un orador?

Debe serlo, porque la convicción forma parte esencial de nuestro trabajo. Tú te preparas buenos argumentos, haces análisis jurídicos, pero luego has de convencer. Por tanto, no basta con tener la razón.

Es muy distinto hablar bien que ser orador, porque ser orador consiste en que el otro haga lo que tú le estás diciendo, ¿no?

Sin lugar a dudas. Por eso el buen orador no sólo es el que se ha preparado muy bien los argumentos, sino el que tiene además otros componentes. Uno fundamental es la inteligencia emocional, eso que tanto se ha hablado en los últimos quince años. Es vital porque es la capacidad para saber ponerte en el lugar del otro. También detectar las situaciones con anticipación y, hacer que la situación y el otro, en una primera fase digamos de enamoramiento, atienda muy bien tus argumentos para al final no vencerle sino llegar a un pacto. Es una negociación. Si hay un perdedor el asunto ha sido una ruina. Alguien tiene que ver que sus cien gramos de razón aparecen en algún sitio.

¿El abogado debe decidir aprender oratoria?

Esto tiene que llegar a la fase de la formación. España tiene que plantearse que los niños desde los primeros años del colegio, en las escuelas superiores, en la universidad tienen que aprender oratoria. Y oratoria no solamente para una exhibición de voz, sino oratoria aplicada a grupos, a dinámica de grupos de forma que sepan establecer controversias racionales; sepan sintetizar sus argumentos; sepan escuchar al contrario; y sepan proponer consensos. En la medida que hoy no existe en la fase de educación esta formación, los abogados deben tomar conciencia de la importancia que tiene, de manera que esta sería una gran labor de los colegios de abogados: promover la formación en la oratoria y en la solución de conflictos.

Pienso que para aprender a hablar bien en público, primero es necesario conocerse a sí mismo.

Claro. La comunicación no verbal, por ejemplo. Puede haber momentos que queriendo hacer una gracia, haces un rictus de agresividad y a lo mejor alguien te lo puede corregir. El lenguaje no verbal es muy importante. Dejar de moverte porque eso intranquiliza al adversario o al contrario, por ejemplo. Es un conjunto de técnicas muy importante. La tranquilidad. Yo cuando estaba en el Congreso aprendí técnicas de relajación por mí mismo, porque era muy importante que tu mente estuviera relajada para poderte dirigir a los demás. Estas cosas hay que aprenderlas y no le damos importancia en España.

En una negociación, por ejemplo, cuando la información que recibes por medio de la comunicación verbal y no verbal es contradictoria, ¿con qué información te quedas, con la que te está diciendo o mostrando?

Con la que me está mostrando, sin lugar a dudas. Porque lo otro es una repetición que puede hacer un magnetofón. Pero en la forma en que me lo está diciendo, los argumentos que está empleando, los signos que me está representando, me dicen si esto es verdad o simplemente es un pequeño teatro que va a hacer que lo que acordemos no dure ni diez minutos.

A estas alturas ¿qué le dirías a un abogado que es reticente a formarse en oratoria?

Le diría lo siguiente. Cualquier abogado hoy en España se ha enterado, lo sabe y lo vive, que el abogado interior ya no existe. Es decir, aquel que vivía entre cuatro paredes y que resolvía sus conflictos entre cuatro paredes ya no existe. Eso murió. Hoy el abogado moderno que va a tener éxito profesional es el que trabaja en equipo frente a otros equipos multidisciplinares y que está en un mundo global, al menos europeo. Por tanto, si no conoces estas técnicas eres medio abogado. Hoy en el 2011 eres medio abogado, no eres un abogado. Esta es la razón. Por tanto que nadie se queje si al terminar la carrera tiene dificultades para encontrar trabajo. Puede quejarse si además ha hecho estas técnicas y conoce todo este mundo, luego sí puede quejarse. Pero mientras tanto que no se queje, que aprenda porque es fundamental.

Durante la entrevista, Rafael Martínez-Campillo García recordó una anécdota sobre un filósofo español. Este personaje relataba que mientras estudiaba Filosofía en España él era un hombre que superaba exámenes y que cuando se marchó “a la universidad de Heidelberg en Alemania y allí aprendí a pensar, a criticar, a hacer pensamiento crítico, por tanto reforcé la concepción que tenía de mí mismo, y al mismo tiempo aprendió a defender en público sus ideas”. Para Rafael Martínez-Campillo en esto también consiste la abogacía, en defender públicamente las ideas y es aquí en donde reside la gran importancia de ser un orador.

Deja un comentario