No sé si mi vocación era la de ser periodista, aunque así lo creía cuando inicié mis estudios universitarios y, año tras año, me enganchaba más a esta profesión liberal. De aquellos motivos no me acuerdo, pero todavía tengo la inclinación de ayudar a aquel que solicita mi colaboración para materializar su relación con los medios de comunicación y su repercusión mediática. En este ámbito, la Archicofradía de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela ha pensado en mí para asistirles en esta labor, una decisión que agradezco tanto profesionalmente como personalmente.
La tarea a realizar con la archicofradía es redactar notas de prensa sobre la actividad de la misma y enviárselas a los medios correspondientes. Quizás un universitario del siglo XXI piense que estudiar la carrera para esto sea un fracaso profesional, yo lo habría pensado en el siglo XX. Sin embargo, actualmente considero que es una de las actitudes más leales y básicas de ejercer el periodismo: poner voz a quien no puede hablar.
En nuestra realidad más cercana, existen numerosas entidades que ejercen una labor social en beneficio de un género concreto de la sociedad: enfermos, familia, jóvenes, infancia, mayores… y las que custodian y guardan el patrimonio cultural de la comunidad. Entre estas últimas se encuentran las cofradías, por ejemplo.
Todas ellas necesitan ser conocidas por diversos motivos:
- Llegar a más gente y, de este modo, ayudar.
- Comunicar sus logros.
- Anunciar sus actividades.
- Conseguir colaboradores y voluntarios.
Y estos objetivos solamente se pueden conseguir con una adecuada y fluida comunicación.
La mayoría de estas organizaciones realizan este trabajo ayudadas por personas con un gran corazón pero sin el saber necesario para ejecutarlo. No tengo que anunciar sus resultados.
Sin embargo, el periodista que colabora en este campo no tiene, tampoco, el éxito asegurado por muchos conocimientos que disponga, ya que, desgraciadamente, la información local se alimenta de la política municipal y el espacio que sobra es codiciado por asociaciones que, en la mayoría de los casos, envían noticias de escaso interés para la sociedad en general.
Sin embargo, ya estés capacitado o no, nunca hay que tirar la toalla, hay que seguir enviando comunicados e intentar hacerlos lo más atractivos posibles y siempre mantener una buena relación profesional con los medios de comunicación.
Esta visión particular surge de mi trayectoria profesional colaborando con varias organizaciones en su relación con los medios de comunicación. Y precisamente de estas vivencias quiero añadir algo más.
Dentro del conjunto de estas asociaciones, existen algunas que con la excusa de «no tener dinero» no pagan al profesional. Este debe conocer bien la realidad de dichas entidades para decidir si acepta o no las condiciones. Si bien es cierto que la mayoría de ellas cuentan con un ajustado presupuesto o viven de donativos, otras se dedican a organizar eventos bajo el mensaje de captación de fondos solidarios. Me resulta paradójico que se busquen las habichuelas para conseguir capital y no para remunerar el trabajo de un profesional de la comunicación.