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El corsé reaparece en la vestimenta femenina

En diferentes medios de comunicación se anuncia que el corsé va a estar presente en los escaparates de moda de esta temporada otoño-invierno. Se trata de una prenda que siempre me ha llamado la atención y cuando se menciona recuerdo la mítica escena de Mammy ajustándole el corsé a Escarlata O’Hara. Otra imagen cinematográfica más reciente que tengo sobre esta prenda femenina pertenece a la película Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra. En ella la protagonista, Elizabeth Swann, pierde el conocimiento debido al corsé. Anterior a esta escena se produce otra en la que Elizabeth sufre mientras le ajustan el corsé, última moda en Londres en el siglo XVIII, y comenta con sarcasmo que «las mujeres de Londres deben haber aprendido a no respirar».

Desde el siglo XV las mujeres llevaban corsé, pero es a partir del XVIII cuando a esta prenda se le aplica ballenas rígidas para ceñir el cuerpo desde el busto hasta las caderas, produciendo daños físicos, como rotura de costillas. La finalidad de esta prenda interior era estilizar la figura femenina. Su uso decayó tras la Revolución francesa.

En la época del Neoclasicismo (1790-1800) el corsé se viste acordonado por encima del vestido. Este uso es visto como signo de osadía femenina.

A inicios del siglo XIX el corsé, ya sin las malditas ballenas, sigue con su función de separar los pechos, ceñir la cintura y la cadera con cordones traseros. El libro Moda. Historia y estilos nos descubre cómo era la hora de vestirse durante los años 1800 y 1809:

Una dama de alcurnia necesitaba una doncella que le ayudara a vestirse, y en especial, a atarse el corsé. En esta época se llevaban los corsés largos y sin ballenas sobre una camisa o camisola de lino, algodón o tejido de punto, y medias adornadas con bordados. Luego la doncella le ayudaría a ponerse el vestido sin mangas, vaporoso y adherente, y a abrocharse las joyas antes de rizar y sujetar con alfileres su cabello bajo un gorro o una banda adornada con plumas.

La cintura de avispa hace su aparición entre los años 1830 y 1838 gracias al corsé emballenado con nesgas bajo brazos y caderas, de tal manera que los hombros lucen sin tirantes para poder vestir escotes bajos.

A finales del siglo XIX y principios del XX se diseñan corsés para hacer deporte.

Entre los años 1900 y 1908 el corsé sigue en la indumentaria femenina para lucir una silueta en forma de «S» y se le denomina «corsés salud». Como nos recuerda Paula Alonso Bahamonde estos corsés «mantenían el cuerpo rígidamente derecho, afinaban el talle y potenciaban el pecho, que se proyectaba hacia delante y proporcionaba así una silueta sinuosa que armonizaba con los ideales del Modernismo».

A partir de la primera década del siglo XX, el corsé empieza a ser desechado a nivel general por las mujeres y durante la Primera Guerra Mundial esta tendencia se afianza.

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