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«El componer música y escribir cuentos para los niños es el mejor regalo»

José Martínez Sánchez, escritor y compositor.

Seguro que a más de uno le ha llegado un mensaje por correo electrónico de alguien que no conoce solicitándole atención. Sin embargo, no todas estas presentaciones acaban con un interés del receptor de conocer al emisor. Yo reconozco que esto me ha sucedido durante el mes de agosto con un granadino residente en Inglaterra defensor a ultranza de los niños. Su nombre es José Martínez Sánchez y es escritor y compositor.

El objetivo de su correo fue darme a conocer su trabajo musical “Latidos de mi corazón”  en donde se encuentra una canción próvida titulada “El vals de los padres”. Durante los mensajes que intercambiamos José Martínez me abre su corazón y me confiesa que ese vals lo compuso debido a una experiencia mu y dolorosa: “la compuse después de perder dos hijos, después de pasar catorce horas en el hospital y en un país extranjero. Ahí se siente la importancia que tiene la vida de un  nuevo ser”. Creo que José Martínez Sánchez se merece toda nuestra atención.

José, el “Vals del jardín” es, creo, el tema principal de su proyecto musical “Latidos de mi corazón” y de un próximo libro suyo. ¿Su mensaje da para tanto?

El “Vals del jardín” es el título de mi próximo libro y de ahí  surgió la idea del proyecto musical titulado “Latidos de mi corazón” con su tema principal “El vals de los padres” con un mensaje pro-vida. En un principio al componer la canción fue escrita para mi hija. Ella fue la fuente de inspiración, pero creo que ahora que la canción es compartida con otras personas quiero que se convierta en una canción, en un derecho que todos los niños tienen, o sea no al aborto. El mensaje de “Latidos de mi corazón” sí que da, depende de la cantidad de mensaje que tu quieres coger. Así son los mensajes de mis canciones. Es como el aire, depende de la cantidad de aire que uno necesita.

Tiene otra obra, “Volver a jugar”, en la que describe juegos para niños con o sin discapacidad. Si me permite le quiero contar que en Balmaseda, un pueblo de Vizcaya, los alumnos de cuarto de primaria de un colegio de allí juegan al fútbol a gatas para que su compañero que utiliza una silla de ruedas pueda jugar con ellos arrastrándose todos juntos por el campo. ¿Qué le parece?

Me encanta. Yo he pasado años pensando en nuevas ideas y esta nunca se me ocurrió. Esto demuestra que en el mundo de la discapacidad no hay barreras, estas las ponemos los adultos. De hecho no me gusta la denominación de niños con discapacidad ya que ellos pueden realizar un sin fin de cosas. En mi libro “Volver  jugar“ y en otro que también está orientado a los juegos se puede ver muy claro que pueden jugar todos, ya sean ciegos, sordos o cualquier otro tipo. La mejor herramienta para romper estas barreras del silencio es la integración de los niños desde muy pequeños. Y sin duda la mejor forma es el juego y la música

¿Quién se necesita más: los niños a los adultos o los adultos a los niños?

Con mayúsculas los adultos necesitamos a los niños, sin ellos no hay vida.

Vivimos una situación económica crítica, sin embargo pienso que la ausencia de valores y de fe de los adultos es peor. ¿Tenemos derecho de privar a los niños de esta educación?

Pienso que siempre la situación económica anda igual, con altos y bajos pero esto no  nos tiene que preocupar. Lo que si que tenemos que cuidar son los valores de la fe, ya que en el momento que los niños desconozcan la palabra fe, entonces ya no hará falta preocuparse por la economía ya que, como comprenderá, todo estará perdido. Tal vez éste sea el error más grande que el hombre puede y le gusta hacer, y es dar mas valor a lo económico que a la fe cristiana. ¿Para qué escribir y componer sin fe? Nadie me entendería. El niño desde el momento que nace tiene unos derechos que nadie puede negárselos, como es el derecho a la educación y al juego ya que el niño necesita el jugar, el juego entre otras muchas cosas que ya sabemos. Para el niño el juego es una obligación.

¿Merece la pena que la vida y la profesión esté guiada por los niños?

Sí que merece la pena ya que ¿para qué queremos hacer cosas? Las hacemos y disfrutamos para ellos. En mi caso el componer música y escribir cuentos para los niños es el mejor regalo.

¿Qué le resulta más placentero escribir o preparar un cóctel?

Son dos mundos muy diferentes pero los dos mágicos y llenos de aventuras. Al escribir, sobre todo si es para niños, es un mundo e ilusión y los cócteles lo entenderán muy fácil  si leen la historia “La isla de los elixires”.

Al final de la entrevista transcribo este cuento que José me ha enviado y que seguramente se puede leer en alguno de sus dos libros sobre coctelería, otra de sus grandes pasiones pero … esta es otra historia.

La isla de los elixires.

El elixir de la vida y la inmortalidad, algo que en el hombre aún no ha dejado de luchar por conseguir tan magistral fórmula la bebida que garantizaba la vida eterna. Siempre fue la obsesión por conseguir la fórmula de muchos alquimistas como remedio que curaría todas las enfermedades y vivir eternamente. Entre muchos de ellos citamos a Paracelso, médico y alquimista suizo nacido en 1493. Estableció el rol de la química en la medicina. Publicó el “Gran libro de la cirugía” en 1536 y una descripción clínica de la sífilis en 1530. Logró grandes avances en el campo farmacéutico. Pero en esta ocasión los protagonistas no son los alquimistas. La leyenda nos traslada al puerto holandés de Rotterdam. En unas de sus tabernas trabajaba un joven llamado Rof. Dicen que después de su dura jornada le gustaba sentarse y beber con los marineros que le contaba grandes historias. El joven Rof las escuchaba atónico. Un día de gran temporal la taberna se encontraba al completo y muchos de los marinos en estado de embriaguez. No dejaban de beber y cantar, por lo que el joven Rof ese día no tenía tiempo para escuchar las leyendas, y se quedó sin saber lo que ese día le esperaba. Fue un marinero que se encontraba solo en la esquina de la barra quien, con mucha discreción, llamó al joven. Susurrándole al oído le dijo:

―Sé que te gustan las historias de los marineros. Si quieres te cuento una que hará que tu vida cambie.

Rof, asombrado por esas palabras, no pudo resistir la tentación y salió de la barra. Se sentó junto al marinero y le pidió que le relatara tan importante misterio, a lo que el marino aceptó gustoso si cumplía la promesa de viajar a la isla. El joven Rof, después de un corto silencio, aceptó. Pensó que tenía que ser bueno ya que si no tendría poco sentido lo que ese hombre le quería contar en un tono muy bajo. Le entregó un mapa y le dijo:

―Sé que te gusta eso que ahora está de moda llamado “cóctel”. Con este mapa llegarás a un lugar llamado “La Isla del Elixir”. En ella encontrarás la mejores plantas aromáticas de todos los sabores y variedad. Dichas plantas contienen la esencia y, sabiéndolas mezclar darás con la fórmula del elixir de la felicidad.

Pasados los años cuentan que el joven Rof llegó a conseguir la fórmula y que ésta se encuentra en algún lugar secreto y custodiado. A su muerte dejó escrito que aquel que diera con la fórmula y la sacara a la luz se convertiría en el rey de todos los cócteles.

Según los allegados al joven Rof que tuvieron la gran fortuna de poder disfrutar de tan original fórmula, su sabor y su color es único e imposible de poder describir. De él se desprende un aroma imposible de igualar al mejor perfume. Sólo unos pocos tuvieron la suerte de poder disfrutar del elixir de la felicidad.

Durante todo este tiempo muchos han sido los barman que han intentado dar con la fórmula y, en muchos casos algunos dicen poseer tan valiosa fórmula. Ninguno de ellos admiten que sea la auténtica. Ni lo afirman, ni lo desmiente. Sea verdad o mentira esta leyenda, ya que eso carece de importancia, lo que nos importa es la felicidad. Lo mejor es dejarnos llevar por las leyendas. Invitemos a nuestra pareja a visitar una coctelería y pidamos al barman que nos sirva el “Elixir de la isla”, ese elixir que todos andamos buscando y del cual cada barman tiene su receta.

¡Salud por el barman!

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