Las tarjetas navideñas como herramienta de comunicación para felicitar la Navidad surgen a partir de los años treinta del siglo XIX. La primera felicitación impresa de la que se tiene conocimiento es del año 1831 y sus autores fueron los repartidores del Diario de Barcelona.
Pero, ¿qué relación existe entre los christmas y los repartidores de periódicos? El aguinaldo navideño.
En el siglo XIX los trabajadores de diferentes oficios felicitan la Pascua con una imagen en papel relacionada con su tarea. Esta tarjeta era entregada por el operario a determinadas personas y a cambio recibían una propina. Es decir, el aguinaldo.
Entre sus protagonistas nos encontramos a faroleros, modistas, monaguillos, serenos, repartidores de publicidad, peluqueras, taberneros, vigilantes, repartidores, camareros, barberos, basureros, carteros, carpinteros, panaderos, carreteros o electricistas. Cada uno de estos gremios diseñan su propia felicitación navideña. Puedes disfrutar viendo estas tarjetas en el enlace de la Biblioteca Nacional de España.
La estética de estas tarjetas se fundamenta en la representación del trabajador correspondiente vestido con su uniforme de gala, si lo tuviera. También puede representarse con su ropa de trabajo y desempeñando las tareas de su oficio. Esta imagen, a su vez, se enmarcaba con símbolos que recordaban a la Navidad como el Belén, el turrón, las uvas, el champán, el abeto o adornos navideños como las bolas o el espumillón.
A principios del siglo XX, empresas, comercios y organismos oficiales se suman a esta iniciativa de felicitación navideña hasta adquirir un carácter doméstico a mediados del XX. A partir de este momento, nace la costumbre de enviar tarjetas de felicitación navideña a los familiares y amigos por correo postal. Una tradición que recuerdo en el artículo Si quieres felicitarme las fiestas, escríbeme.
El origen del aguinaldo
Existen antecedentes del uso del término aguinaldo en España desde el año 1400 con el significado de propina.
El aguinaldo adquiría un significado especial en Navidad gracias a su relación con la tradición infantil de ir de casa en casa cantando villancicos a cambio de regalo, comida o propina.
Esta práctica fue copiada por los trabajadores públicos, aunque esta acción fue duramente criticada por Fermín Abella en su manual de ordenamiento de ámbito festivo local de finales del siglo XIX, tal y como nos recuerda Ricardo Gurbindo Gil:
Propone que las cuestaciones navideñas se reserven en exclusiva al público infantil, pues su puesta en práctica por los adultos era una consecuencia de un abuso introducido por la degeneración de las costumbres. En base a esta argumentación, se consideraba repugnante ver a los alguaciles, guardas de campo, serenos o acomodadores públicos realizar esta demanda puerta a puerta, por lo que exhortaba a la prohibición de este tipo de aguinaldos.
Fotografía de la Biblioteca Nacional de España: Felicitación de Navidad de El carboner. 1890-1900. Cromolitografía. Eph/519(17)
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