Me ha llamado la atención, aunque no me ha extrañado, las investigaciones mediáticas a las que está siendo sometido el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak. Y siendo más precisa, con dichas indagaciones no me refiero a su privacidad o profesión, sino a una pulsera de hilo rojo que lleva en su muñeca derecha.
Diferentes medios coinciden que la citada pulsera es mucho más que un adorno. Se trata de un cordón sagrado en relación directa con su religión, el hinduismo.
No sé si será verdad o no. De todas formas, es una agradable sorpresa comprobar que esta información se está tratando desde el respeto y desde la más absoluta normalidad. Nadie se está echando las manos a la cabeza, ni está criticando esta manifestación visible de su fe.
Hasta la fecha, ninguno cree que por llevar un rakhi Sunak emita un mensaje que pueda ofender a personas que profesen otra religión. O, incluso, que pueda afectar a su imparcialidad como gobernante.
Como he comentado al principio, que se hable de la pulsera roja del primer ministro del Reino Unido, sin conclusiones o connotaciones absurdas, es una buena noticia para la salud democrática.
El vestir medallas, escapularios, cruces o pulseras religiosas no responde a práctica alguna de conjuros. Y, en consecuencia, su uso no condiciona la imagen pública de su portador. Por lo menos, de esta manera está ocurriendo con Rishi Sunak, y me alegro por ello.
Incluso, este caso va más allá de lo que estamos acostumbrados a escuchar al respecto.
La corresponsal de The Guardian, Aina Khan, tuiteó: “Cuando hablé con Sayeeda Warsi ayer, me dijo que a diferencia de otros políticos indios británicos, Sunak estaba orgulloso de su herencia y su fe. ¿Alguien vio el brazalete de hilo en el brazo de Rishi Sunak mientras saludaba fuera del número 10? Es un brazalete que tradicionalmente llevan los hindúes para protegerse”. Fuente: La Nación.
Ojalá, todos tengamos la libertad de profesar nuestra fe sin ser señalados.
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