¿Quién no ha celebrado alguna vez su cumpleaños? Se trata de un acto social bastante agradable en el que se reciben con agrado, y satisfacción, las felicitaciones y los halagos de las personas que se acuerdan de uno. A todo el mundo le gusta que le tengan en consideración. Nos hace sentirnos bien, nos llena de energía. Alguien se ha acordado de nosotros y esto ya es motivo de alegría. ¿Cuántas veces hemos dicho “me acuerdo de ti todos los días pero luego se me olvida llamarte”? No es suficiente recordar a una persona. Es necesario demostrar que nos acordamos de ella.
Existen innumerables maneras de felicitar un cumpleaños. Desde una simple, pero acertada, llamada telefónica hasta la organización de una fiesta. Estas muestras de cariño se reciben con igual intensidad. En esta ocasión se cumple al cien por cien lo de “no importa la cantidad, sino la calidad”. La mayoría de los adultos compartimos esta aseveración (o por lo menos así lo manifestamos) y, es nuestro deber enseñárselo también a los niños.
Organizar una fiesta de cumpleaños infantil es una verdadera odisea, sobre todo si la quieres celebrar en casa. Yo soy partidaria de invitar a casa a los amigos del cumpleañero por varias razones: se enseña al niño a elegir un número determinado de invitados; se le introduce en el papel de anfitrión; se establecen normas específicas que deben cumplir para celebrar el cumpleaños; se puede enfatizar más la importancia del acto de recibir el regalo y de mostrar el agradecimiento por ello. En definitiva, es una ocasión especial que no hay que desperdiciar para enseñar al niño las reglas básicas del protocolo social, casi sin que se dé cuenta. Cuando aprendemos algo jugando nos resulta mucho más fácil asimilarlo y realizarlo.
La lista de invitados es una decisión muy importante para el niño, quien lógicamente querrá invitar a toda la clase. Es necesario recordarle que todos no pueden asistir y que debe pensar solamente en los compañeros con los que tiene más relación. Es un buen momento para hablarle de la amistad y enseñarle la diferencia entre amigos y conocidos.
Los niños invitados al cumpleaños llegan a la fiesta, generalmente, por separado junto a sus padres. El protagonista de la fiesta debe convertirse en el anfitrión de la misma (papel que les encanta representar). Debe ser el encargado de abrir la puerta y recibir personalmente a sus invitados, darles un beso y agradecerle que haya aceptado la invitación. También es su obligación despedir a su amigo, dándole las gracias por compartir ese día tan importante con él.
Cuando se reúne un grupo de niños en casa es necesario dar a conocer ciertas normas. Entre ellas destaca la prohibición de recorrer toda la casa y meterse en las habitaciones. Hay que informarles del lugar en donde se celebra la fiesta, e indicarles que no pueden ir a otras zonas de la casa. De todas formas, es bueno que un adulto haga de “vigilante”.
Llega el momento de abrir los regalos. Según mi experiencia, el momento ideal es media hora, aproximadamente, antes de terminar la fiesta. Los regalos deben estar colocados juntos en un sitio cómodo, ya que el niño que cumple los años debe ir abriéndolos de pie delante, o al lado, de ellos. Todos sus amigos deben estar sentados en frente de él. Cada vez que el cumpleañero coja un regalo debe preguntar de quién es y acercarse a él dándole las gracias y, si es posible, un beso. Cuando haya abierto todos los presentes siguiendo el mismo protocolo, es conveniente que él corresponda a sus invitados con un detalle que irá entregando de uno a uno y nombrándolos por su nombre. Para esto es de gran ayuda que cada regalo tenga el nombre del niño.
Sé que esta manera de actuar resulta fatigosa, pero es la única eficaz para que el niño se dé cuenta realmente de la importancia que tiene el acto de regalar y de agradecerlo.