Ser Comunicación

Cuando te equivocas de idioma

Resulta raro estar en una clase en la que los alumnos son profesores de 4º de la ESO de diferentes centros académicos y que se han reunido para mejorar e introducir la argumentación en sus clases dentro de un proyecto de concurso de debate dirigido a estudiantes de 15 años.

Y digo que resulta raro, no porque estos maestros se reúnan con un objetivo común, sino porque mientras todos y cada uno se presentan anunciando su nombre y apellidos, colegio al que pertenecen y expectativas que esperan alcanzar en el taller, en español, un profesor se presenta al resto en valenciano o en catalán, no los sé diferenciar.

Ninguno de los asistentes, incluida la persona encargada de la formación, se inmutó, otorgando a la situación normalidad. Quizás no merecía la pena llamarle la atención y solicitarle que hablara en el idioma oficial del curso ya que, parece ser, el valenciano o el catalán se puede medio entender. Pero ¿qué hubiera pasado si yo me hubiera presentado en vascuence, idioma de mi tierra y que estudié mientras viví en el País Vasco? Pues que no hubieran entendido ni los silencios.

Cuando uno se presenta, y en este caso, dentro de un grupo en el que vas a realizar trabajo cooperativo, es con el objetivo de conocer a aquella persona con la que vas a compartir tres horas de formación. Si desde el primer momento, un individuo construye una barrera que impide recibir dicha información de manera correcta y completa, pocas ganas de cooperación y colaboración tiene dicha persona.

Pero a esto hay que sumar otra reflexión más. Si un educador impone dicha barrera a compañeros suyos de profesión, ¿qué no hará con sus alumnos?

Me parece estupendo, e incluso necesario, que se promueva y promocione la riqueza de las lenguas cooficiales que tiene España, pero no es menos importante saber aplicar en la realidad dicha defensa.

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