La vista es el primer sentido que utilizamos cuando nos relacionamos por primera vez con alguien que tenemos delante. Cada uno fijamos la atención en una parte determinada de la persona a la que nos presentan para buscar información sobre ella. Unos la buscan en los ojos, otros en las manos, e incluso hay gente que lo primero que mira a otra son los zapatos. Mi padre. Mi padre obtiene información sobre un individuo por el diseño y cuidado de sus zapatos, y creo que no se ha equivocado nunca. Esta habilidad la ha adquirido con muchos años de práctica, ya que ha estado alrededor de medio siglo inmerso en el mundo de la zapatería, y esto al final influye.
Todos conocemos el dicho “una imagen vale más que mil palabras”, pero esto no es del todo cierto. Necesitamos de todos los sentidos para recibir una información completa y veraz sobre la persona a la que queremos conocer. Necesitamos del tacto, del olfato, del oído tanto como de la vista para conocer con exactitud a un individuo. Todos los sentidos ofrecen datos que se van complementando unos con otros para diseñar una comunicación creíble, para dar una información veraz. Además, es precisamente el sentido de la vista el que más nos engaña, el que nos puede dar información distorsionada, que no concuerda con la realidad.
El ser humano tiene una estructura perfecta para comunicar a través de sus cinco sentidos, tal y como afirma Manuel Sevillano en su publicación “El libro rojo de la imagen”: “Somos unos soportes de comunicación excelentes para comunicar con los demás”. Sin embargo, no sabemos sacarle partido.
¿Quién no ha comentado alguna vez “no sé que es, pero ese chico no es de fiar”, o no me convence, o no me gusta? Esto sucede porque la información que esa persona nos está dando a través de su imagen no es coherente. Por ejemplo, los datos que nos llegan a través de su imagen externa, se contradicen con los que emite a través de su comportamiento. Cuando hay una disonancia de información, esa persona emite un mensaje de incoherencia y esto no es bueno. La imagen personal debe ser fidedigna, porque si no es veraz, nosotros no seremos nunca creíbles, auténticos, por mucho que nos esforcemos.
¿Cuáles son los elementos para que mi imagen personal se corresponda a lo que yo quiero ser, o transmitir a los demás? Son cuatro. El primero de ellos son las actitudes, cimiento de la imagen personal. La actitud es la forma de actuar de una persona. En segundo lugar se encuentra la expresión, tanto la oral como la gestual, visual y corporal. La imagen externa es el tercer elemento que hay que trabajar en la imagen personal. Finalmente se encuentran las aptitudes que son dos: el saber estar y la buena presencia.
La imagen de una persona no será la correcta si uno de estos niveles falla. Solamente existe un camino para conseguir la imagen más adecuada a cada uno: el propio conocimiento. Si no nos conocemos es imposible saber cuáles son nuestros defectos, para disimularlos o en su caso corregirlos, y cuáles nuestras virtudes, para potenciarlas. En definitiva, lo que toda la vida se ha llamado examen de conciencia.