El Ministerio de Igualdad afirma que la ley para la igualdad reconoce que mujeres y hombres son iguales en dignidad humana y en derechos y deberes, que deben ser ejercidos en igualdad de condiciones. Así mismo, uno de los objetivos de la ley es hacer efectivo el derecho de igualdad de trato y oportunidades entre mujeres y hombres, y eliminar cualquier forma de discriminación por razón de sexo, directa o indirecta, en todos los ámbitos, especialmente la derivada de la maternidad y las obligaciones familiares.
En definitiva, la igualdad entre mujeres y hombres, entre personas, solamente se consigue a través del respeto. Educar en igualdad es educar en valores.
La igualdad se debe dar en todos los ámbitos en los cuales las personas se mueven e interactúan: ámbito familiar, social y profesional.
Nuestros padres son las primeras personas que nos deben introducir en el mundo de las relaciones sociales a través de unas sencillas reglas que, cuando nos volvemos adultos, algunas veces olvidamos poner en práctica. A primera vista, este simple e insignificante olvido no supone una gran amenaza para nuestras relaciones. Sin embargo, nos equivocamos.
Cuando nos relajamos en nuestro comportamiento, vamos dejando paso al egoísmo, a la impaciencia, al desprecio,… Vamos perdiendo el respeto por los demás, y esto lleva a considerar inferior al otro.
Las relaciones sociales solo se producen cuando hay cordialidad, y solamente se mantienen cuando hay discreción. Por esta razón, la base de la igualdad es valorar a la persona, respetar, admirar.
No se pude luchar a favor de la igualdad entre mujeres y hombres si antes no nos educamos para tratarnos con educación, con respeto.
Generalmente la mujer que se encuentra en riesgo de exclusión social no tiene la autoestima y la confianza necesaria para salir de esa dificultad social en la que está inmersa. “Para establecer relaciones saludables es necesario partir del respeto hacia uno mismo, la autoestima”, ha declarado Leonor García de Vinuesa, médica de Atención Primaria y Psicoterapeuta.
La población femenina en riesgo de exclusión social recibe diferentes ayudas para salir de esa situación, y una de ellas es la formación para alcanzar ese respeto hacia una misma. Los conocimientos más agradecidos para aumentar la autoestima son la oratoria y la imagen personal. Hablar de forma clara y correcta incrementa la confianza, al igual que una adecuada imagen personal.
La igualdad entre las personas se puede conseguir a través del correcto trato social, aumentando la autoestima y la confianza del ser humano. La sociedad avanza gracias, entre otros elementos, a la autoestima y a la confianza de sus miembros en sí mismos. El individuo que cree en sí mismo, y en sus posibilidades, es capaz de superar las dificultades e imprevistos que encuentra en el camino hacia su objetivo de vida, tanto personal como profesional.