A veces, a las familias con niños pequeños se les hace cuesta arriba ir a misa los domingos. Sobre todo, cuando nos encontramos en la etapa de enseñarles a comportarse correctamente durante la celebración litúrgica.
Cuando es un bebe no representa problema alguno. Va en el carricoche, si está inquieto se le coge en brazos o, si ya no hay más remedio, salimos del templo para darle una vuelta y volvemos a entrar.
La situación se complica cuando el niño ya ocupa un espacio en el banco. Y nuestro pequeñajo empieza a oír: estate quieto, siéntate bien, no hagas ruido, cállate, etc. Hasta llegar a la sentencia final: «¡Te has portado fatal en misa, así que estás castigado!».
¿Tú querrías volver a misa? Seguro que no. Pues los niños tampoco.
¿Y si intentamos dar la vuelta a la tortilla? En lugar de confiar que el niño actúe bien con sus padres, ¿por qué no pensamos nosotros en actuar bien con nuestro hijo?
Se dice que la experiencia es buena consejera. Así que tras echar la vista atrás, he elaborado una lista con diez claves para ayudar a los padres a educar a sus hijos en el comportamiento en la iglesia.
En definitiva, se trata unas recomendaciones que bien podrían enmarcarse dentro del protocolo social a seguir durante una ceremonia religiosa:
- Convierte la misa del domingo en rutina.
- Di a tu hijo lo guapo que está.
- Siéntate estratégicamente en la nave central.
- Sé buen ejemplo de conducta para tu hijo.
- Haz que tu hijo viva la misa.
- Convierte a tu hijo en el protagonista.
- No es el momento de tener vergüenza.
- Juntos de la mano a comulgar.
- Sal del templo si tu hijo está nervioso y entra cuando se haya calmado.
- Despídete del sacerdote.
Rutina
Ya sabemos que la rutina es muy beneficiosa para los niños pequeños. Les ayuda a estar tranquilos y seguros. Por esta razón, tener el hábito de ir a misa todos los domingos, misma parroquia y misma hora, ayuda a que nuestro hijo reconozca el lugar y las personas con las que se encuentra.
Bien guapo
Vestir al niño con sus mejores galas, bien repeinado y diciéndole «¡que guapa estás!», ayuda a nuestro pequeño a comprender que vamos a una cita muy especial.
Ubicación en la nave central
Nos sentaremos con nuestro enano en los últimos bancos de la nave central, los situados más alejados del presbiterio. De esta manera, podemos ir educando al niño en su comportamiento durante la celebración litúrgica, molestando lo menos posible al resto de los fieles.
Conforme su conducta vaya madurando, podemos ir acercándonos al altar. Este gradual acercamiento lo podemos identificar como el premio a su evolución. Incluso, cuando lo consideremos acertado y pertinente, el niño puede elegir su sitio preferido en la iglesia para sentarse.
Dar ejemplo
Tenemos que hacer uso del ejemplo para reforzar el aprendizaje de nuestros hijos en relación a las normas de conducta en la iglesia. El adulto debe saber cuándo sentarse o levantarse del banco, al igual que arrodillarse en el momento de la consagración.
Generalmente los niños hasta los seis años imitan a sus padres como reflejo de su admiración hacia ellos. Aprovechemos esta ventaja para, por ejemplo, enseñarles a sentarse con postura decorosa y no acostados en el banco.
Evasión si, aislamiento no
La educación del comportamiento en misa no conlleva el aislar a nuestro hijo de la ceremonia con el uso del móvil, por ejemplo. Los padres tenemos que ayudarle a participar correctamente en la celebración litúrgica.
El niño debe ser consciente, acorde a sus capacidades, de lo que está viviendo y para ello tenemos que ir explicándoselo. Sin embargo, debido a la duración de las ceremonias litúrgicas, sí que podemos apoyarnos en determinados elementos que ayuden al niño a evadirse en el momento que nosotros consideremos más adecuado. Por ejemplo, un libro infantil nos puede ayudar en esta tarea, ya que este tiene un principio y un final, lo que evita que el pequeño se aísle.
Protagonismo
Dependiendo de la edad de nuestros hijos, estos pueden tomar protagonismo durante la celebración. Por ejemplo, podemos dejar que él eche el dinero en el cestillo. En este caso, le daremos la moneda en el instante más cercano a la colecta para evitar que juegue con ella.
Pierde la vergüenza
Cuando en la celebración litúrgica llega la parte cantada, la mayoría de los adultos o no cantamos o lo hacemos para el cuello de nuestra camisa.
Tenemos que perder esa vergüenza en beneficio de nuestro pequeño y aprovechar ese momento para cantar con él y, de esta manera, romperle esa monotonía pasiva.
De la mano
Si el padre va a comulgar es un buen momento para que el niño pueda moverse. Por eso le invitaremos a acompañarnos siempre cogidos de la mano.
Salir y volver a entrar
Cuando el comportamiento de nuestro hijo distraiga o moleste al resto de los fieles, es necesario que salgamos con él de la iglesia. Una vez fuera, le tranquilizaremos y explicaremos que debemos volver a entrar.
Tenemos que actuar de esta manera las veces que haga falta.
Saludo al oficiante
Al final de la misa podemos acercarnos a la sacristía para que el niño salude al oficiante. Generalmente en estos casos el sacerdote bendice al niño, le da alguna estampa o incluso le ofrece chuches.
Es una acción muy propicia para elogiar el comportamiento del niño en misa.
Considero que actuando de esta manera los padres educan a sus hijos en la fe y ayudamos a su integración en la comunidad religiosa. De lo contrario puede suceder lo que relato en la entrada Cuando los niños no son bien recibidos en la iglesia.
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